Mi nivel.
Observo mi cuerpo desnudo frente al espejo del baño. El rojo de mis senos ha disminuido, pero aún tengo ligeras marcas producto de sus mordidas. Mis glúteos siguen algo adoloridos y llevo aproximadamente dos días desde que pasamos la noche en esa habitación estilo grey. Claro, han sido dos días de castigo para él.
— Cariño, sigue así y te prometo que hoy rompo ese castigo —reconozco esa voz.
Me giro sobre mis talones, cruzándome de brazos frente al culpable de casi dejarme lisiada o intento. Sus ojos escanean mi cuerpo desnudo y maldita sea, siento mi entrepierna comenzar a humedecerse, pero mantengo la neutralidad en mi rostro. Él nota que no me hace efecto su mirada, aunque este mintiendo y su mirada conecta con la mía.
—No —sentencio llevándole la contraria—, te recuerdo que estas marcas no me las hice solas —le recuerdo, tocando mis senos.
Mala jugada por mi parte. Porque sus pupilas se tornan más oscuras, pienso en preguntarle por qué, pero bajo la mirada encontrándome con que mi cuerpo me ha traicionado nuevamente, ya que mis pezones se han puestos erectos. <<malditos traidores, les gusta el masoquismo>> les recrimino.
—Si, lo sé, pero también te recuerdo que, si fueras querido parar, lo fueras dicho —se excusa mirándome con altanería.
Relamo mis labios sintiéndolos repentinamente secos. Acción que capta su atención. Sin embargo, se mantiene en el marco de la puerta sin entrar en el baño. Lleva sus manos hasta su camisa y se la saca por encima, dejando a la vista su suculento cuerpo, tallado con tinta. Deposita la camisa en el suelo y se deshacen de sus pantalones. Jadeo al notar que no cargaba ropa interior hoy, dejando a la vista a su amigo que está saliendo de la ensoñación.
Me mantengo en mi posición tratando de ignorar los espasmos que cruzan por mi entrepierna pidiendo atención. Kirill pasa por mi lado y quiero llegar a un acuerdo con él, solo para molestarlo, pero me ignora y se adentra en la regadera. Cierra la puerta privándome de contemplar su desnudez.
No lo puedo creer.
Me ignoro.
Cerro la puerta del baño.
Y ahora está bañándose solo.
Menciono cada una de las cosas, para no olvidarla. No sé si ya lo mencioné, pero me ignoro.
<<recuérdate que fuiste tú, la que le reclamo falsamente>> me recuerda mi cabeza.
Tiene razón, he dicho que no quería tener sexo... esperen, esperen, yo no he dicho eso, solo le dije que no, sin embargo, nunca especifiqué a que me refería.
El sonido de la regadera abriéndose capta mi atención, trayendo a mi memoria la primera vez que lo conocí, o por lo menos la que yo recuerdo. El cómo lo hicimos en ese baño, sabiendo que en cualquier momento podía entrar alguien, nos descubriría y me iría mal. Sin embargo, mi cuerpo es un traidor, ya que con el solo recordarlo, hace que se me haga agua la boca y quiera meterme con él a "bañarme".
Lo pienso, lo medito y mis piernas cobran vida propia dirigiéndome hasta la regadera, abro la puerta sin hacer mucho ruido, sé que me escucho, sin embargo, no le toma importancia y sigue lavándose ese castaño cabello. Recordando como lo agarraba para que no se detuviera. Algo entre mis piernas me palpita pidiendo a gritos algo de atención, ¿se la debería de dar? ¿Verdad? Digo, científicamente, es malo quedarse con las ganas o talvez eso lo digo yo.
Cierro la puerta cuando la espuma comienza a descender por su cuerpo, paseándose por su hermoso culito. Me acerco de manera lenta hasta quedar detrás de él, paso mis manos pegándolas a su abdomen, mientras mi pecho se pega a su trabada espalda. Lo siento tensarse, pero sigue con su trabajo.
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D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...