Las mujeres deben ser veneradas.
Sus palabras resuenan en mi cabeza, una y otra vez dejándome con más dudas que respuestas. Sin embargo, todo posible pensamiento razonable desaparece cuando la yema de sus dedos hace contacto con la piel desnuda de mis sensibles pies. Trazando líneas delicadas por el puente. Dejándome con la respiración entrecortada, producto del calor que emana de sus manos. Repite el mismo procedimiento nuevamente, con mi otro pie hasta que me deja sin tacones. Descalza y con el pulso acelerado.
Se levanta del suelo extendiendo su mano en mi dirección, la sujeto con fuerza, tratando de no parecer débil o demostrar lo que realmente ocurre en mi cuerpo. Me levanta de un solo jalón, dejándome cerca, muy cerca de él. Lo suficiente para poder tener una vista muy cercana a su abdomen, lo veo inclinarse hasta que su nariz juega con la mía. Ocasionando que parpadee repetidas veces tratando de comprender que este semi dios con ego gigante, está parado tan cerca de mí, que puedo sentir su aliento a mente y whisky rozar mis labios.
Los entre abro imitándolo. Desee por tanto tiempo estar en una habitación con él, para conocer lo que es capaz de hacer y por fin se cumplió mi deseo. Estoy a nada de besarlo, cuando se aparta de mí, sentándose en la cama, dejándome confundida. Mi mente intenta procesar que acaba de... rechazarme. ¿Me ha rechazado?
—Quiero ver lo que eres capaz de conseguir —susurra por lo bajo.
Su mirada me quema, haciendo que mi cuerpo se vuelva fuego. Comprendiendo mejor lo que ha intentado decirme.
—Ok —le respondo en respuesta.
Me alejo de él, lo suficiente para poner una distancia prudente. En mi cabeza comienza a sonar una canción que conozco a la perfección. Esa que baile en el club.
Muevo mis caderas al son de la música, sintiendo sus ojos penetrantes sobre mis movimientos. Llevo mis manos por mis piernas apretándolas ligeramente, como si fuera él. Desciendo hasta el suelo, moviendo mi trasero de arriba hacia abajo. Imaginando que estoy sobre él. Llevo mis manos hasta la parte trasera del vestido, bajando el pequeño cierre. Me levanto lentamente deshaciéndome del vestido.
Quedando completamente expuesta a él. Con una lencería de tirantes, donde mis pezones son cubiertos por una fina tela de encaje semitransparente de color rojo, al igual que mis partes. El resto son tirantes que dejan muy poco a la imaginación. Me detengo cuando lo veo tensar su mandíbula, mientras su mano izquierda baja hasta sus pantalones. Acariciándose por encima de la tela.
Me acerco contorneando mis caderas, sabiendo que eso le gusta y mucho. Llego hasta el borde de la cama, cerca de él. Sin embargo, no veo movimiento de su parte o señal alguna de querer tocarme.
Me frustro, pero son en estos momentos donde tengo que mantener los estribos.
Me inclino un poco, dejándole una visión de mis senos. Llevo una de mis manos hacia su pecho, desabotonando los botones lentamente. Dejándome contemplar esa piel desnuda, con tatuajes que sigo buscándole una respuesta lógica. Mi cuerpo arde, es más me siento en una hoguera y todavía no ha ocurrido nada.
Me inclino aún más con la intención de besarlo, sus labios rozan los míos, busco provocarlo y cuando por fin creo que ya lo tengo. Unos golpes en la puerta me hacen sobresaltarme. Su rostro se contrae en molesta y desagrado. Me siento en la cama a su lado, cuando no veo señal alguna de querer detenerse quien este afuera. Kirill se levanta arreglando los botones de su camisa... ¿En qué momento se quitó el saco? Mi mente intenta descubrirlo, pero no lo recuerdo. La puerta se abre poco, evitando que vean mi escasez de ropa. No logro escuchar lo que están hablando, pero por el tono de él, algo me dice que paso algo y tiene que arreglarlo. Cierra la puerta ligeramente regresando hasta donde estoy yo.
—Tengo que resolver algo y regreso —me informa, uniendo nuestros labios en un beso que por corto que sea, me deja sin aliento. Jadeando por más.
Se aleja y desaparece por la puerta, dejándome nuevamente sola y con ganas de respuestas y otras cosas.
Me recuesto sobre la cama, cerrando mis ojos, intentando ordenar mis ideas. ¿Qué está pasando? ¿Dónde está el underboss? ¿Su padre estará aquí también? Necesito encontrar al padre de ese hombre, por muchos motivos, pero ninguno completamente de paz.
Los minutos pasan, mientras mi mente divaga, amenazando con dejarme dormida en cualquier momento. Sin embargo, el sonido de la puerta abriéndose me saca de ese pequeño entumecimiento en el que entro mi mente.
—Pensé que te quedarías a dormir afuera —juego con él.
Sin embargo, no recibo respuesta, poniéndome en alerta. No obstante, es muy tarde, siento como un material de cuero se apodera de mi cuello y mi capacidad de respirar se ve afectada cuando una bolsa se adueña de mi cara. Pataleo, buscando al responsable, pero no encuentro a nadie. Un par de manos se adueñan de mis extremidades deteniéndome. Dejándome inmóvil.
Intento golpear a las personas, pero fallo y mis pulmones piden a grito aire, mis fosas nasales arden, mis ojos se llenan de lágrimas. Jadeo en busca de aire, pero ¿Quién puede respirar con algo de cuero apretando tu cuello, mientras te asfixian con una bolsa? Nadie. Mis ojos comienzan a cerrarse, mientras amenazan con dejarme sin conocimiento. Mi corazón amenaza con salirse de mi caja torácica.
Siento como quitan esos objetos de mi cara, volviéndome a permitirme el paso del aire por mis pulmones. Jadeo sintiéndome mal, mi visión está algo borrosa. Seguido siento unas manos pasearse por mi rostro, quito mi cara. Porque siento como las lágrimas ruedan por mis mejillas, como grifo abierto.
—Lo siento tanto —diviso la voz de Kirill—, no sé cómo esos locos entraron aquí —noto el arrepentimiento en su voz.
Me siento incapaz de articular alguna palabra y en su lugar, mi mente me traiciona. Trayéndome recuerdos del secuestro. Las torturas. Llevo mis manos hasta mi cuello, levanto la vista encontrándome con que el azul de sus ojos parece estar siendo atormentado. Es extraño que un demonio muestre arrepentimiento. Sujeta mi rostro entre sus manos y no hasta que cubre mi cuerpo con una sábana que noto los temblores en mi cuerpo.
—Ya me encargué de ellos —sentencia.
Quiero preguntarle a qué se refiere con ello, pero mis cuerdas vocales parecen no querer trabajar en este preciso instante.
Él me envuelve entre las sábanas, cargándome en peso. Sus brazos se sienten de una manera extraña... seguros. Recuesto mi cabeza en su pecho, sintiendo los temblores empeorar, mientras mi mente me jode cada vez más. Cierro mis ojos sintiendo mis mejillas mojarse aún más.
—De esta no te escapas —susurra la voz del coronel, mientras sus manos viajan por mi cuerpo.
Paseándose por todo mi cuerpo, mientras otros pares de manos se hacen presente. Los temblores aparecen, mientras el desespero llega a mí.
—Definitivamente, tienes todo un cuerpazo —finaliza antes de meter sus manos arrancando mis piezas de ropa interior.
Tiemblo y me dejo llorar, al sentir como un recuerdo vuelve a sentirse tan vivido.
—D'yavol, tranquila, estás bien o por lo menos lo estarás —la voz de Kirill me regresa a la realidad.
Abro mis ojos sintiendo mi visión nublada. Sus manos se pasean por mi cabeza y maldigo internamente, odio sentirme vulnerable, odio que otros me vean débil. Porque le doy la capacidad de destruirme o recordarme que un día me derrumbe frente a ellos.
—Cariño, perdóname, no volverá a ocurrir. Eso te lo prometo —siento sus labios en mi cabello dejando un corto beso.
Jadeo llorando en su pecho.
—P-perdón-n —tartamudeo, sin saber por qué.
—No te disculpes, nunca lo hagas, eso no volverá a ocurrir, ese desgraciado no volverá a tocarte nunca más, el mundo entero lo pensará dos veces antes de intentar tocarte. De eso me encargaré —finaliza.
Me permito llorar sobre su pecho. No sé en qué momento entramos en otra habitación o en qué momento termine acostada sobre su pecho, envuelta entre sus brazos, que me trasmiten seguridad y siento cierta promesa en sus palabras. Algo extraño que me hace saber que tiene razón.
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D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...