advertencia de contenido.
Cuernos como el diablo.
KIRILL
Cada paso que doy, resuena en la habitación. Pongo mi mirada fija en mis objetivos, mientras mi mente máquina, todo lo que planeo hacer. Una ligera sonrisa se forma en mi rostro.
Me detengo, desabotonando las mangas de mi camisa, arremangándolas hasta los codos. La fosa emana un olor que me fascina, el olor de la muerte. Los guardias abren las puertas para mí.
Algo que las personas no logran comprender, es que no todo es orgullo, a veces se trata de algo más simple, como lo es dar una lección, mostrar que estás dispuesto a todo, de esa manera lo pensaran dos veces antes de meterse contigo o los tuyos. Deben comprender que, si la tocan, conocerán a lucifer en persona.
Ella es una guerrera, fuerte, decidida, lo sé, no tengo duda en eso, ella es capaz de destruir todo lo que se le atraviese, si se lo propone. Pero ella es mía y si puedo armar su camino lo haré, si puedo deshacerme de cualquier amenaza para ella, lo haré. Aun si eso involucra que no esté en su vida.
El chirrido de las ratas me regresa a la realidad, las rejas se abren, dejándome ver a los dos hombres que capture hace un par de horas. Los guardias los empujan hacia afuera, hasta que caen de rodillas frente a mí. Los observo detenidamente.
—Traigan a la otra —ordeno, sin despegar la vista del par que permanece de rodillas.
Ninguno me ha dado la cara todavía.
—Quiero darles una oportunidad, ¿Quiénes son? ¿Cómo conocen a Katarina? Y aún más importante ¿Por qué la atacaron, si profesan seguirla? —hablo de manera lenta, en busca de ser algo suave.
No recibo respuesta alguna, solo silencio y no me gusta que me ignoren.
Me giro, en busca de algo que cree yo mismo. Los guardias abren un cofre para mí, entregándome lo que tanto buscaba. Lo sostengo entre mis manos, apreciando lo bello que es.
—Todo en esta vida, posee una belleza —comienzo girándome, para mostrarles mi nueva adquisición.
—Es semejante a un guante, es de hierro y si observan detenidamente, podrán notar que los dedos son semejantes a las garras de un águila —les explico mientras me voy colocando el guante, es abierto en la palma, pero recubre toda la parte externa.
Las puntas las afilé, hasta que el más simple contacto es capaz de hacer un corte fino.
Despego mi vista del guante, para enfocarme en tres pares de ojos que se encuentran frente a mí, observándome, gane su atención al igual que su miedo.
—El logo de mi familia es algo diferente al resto, es un águila, ya que ellas vuelan en las alturas, son impredecibles, letales, capaces de tomar la presa que deseen y con esas garras desgarran a cualquier animal.
La ex sirvienta llegó, acompañando a los hombres. Mis ojos se fijan en el hombre que encontré asfixiando a Katarina. Me acerco lentamente detallando como el miedo se apodera de sus oscuros ojos. Acerco el guante a él, sin tocarlo. Los guardias comprenden mi señal y se acercan, sujetándolo con fuerza.
Sus ojos están impregnados de miedo, pero no hace ningún ademán de ceder.
—Prefiero morir antes de responder a alguna estúpida pregunta que usted haga —finaliza con decisión, una sonrisa burleca se forma en su rostro—, solo le diré que... su querida chica, lo destronará y usted no estará para verlo —culmina riéndose.
Mantengo mi autocontrol y acerco mi guante hasta su pecho, hundiendo lentamente las puntas afiladas de mis garras, observando la sangre brotar, mientras su rostro se desfigura en dolor. Sus gritos no se hacen de esperar, sacándome una sonrisa. No había disfrutado tanto ver alguien morir, hasta hoy.
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D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...