Capítulo 43

189 17 13
                                    

Primera parte del final... 

Mortinato.

4 meses después...

Katarina.

—¡QUE NO ES ASÍ, MALDITO LENTO! —le grito a Román sintiéndome exasperada.

— ¡Lenta tú, cabezota! —me responde gritando y arrojando contra la pared el intento de sabana que estaba haciendo.

Gracias a dios, que no solo era lana, intercalo mi mirada entre él y la pieza en el suelo. Se cruza de brazos, mientras finge mi voz burlándose de mí. Estoy anonadada, se supone que yo soy la que anda hormonal.

—Cabezota, no lo pensaste, lo dijiste en voz alta y para tu información estoy cansado de intentar hacer este tipo de cosas —se queja nuevamente Román—, además lo podemos comprar hechos, esto es una perdida de tiempo...

—Cállate —lo interrumpo—, se supone que este tipo de actividades te unen más a tu bebe. Porque mientras lo haces, imaginas como le quedaría...

Hace un gesto con la mano, en señal de que me guarde silencio. Lo hago, por la seriedad en su rostro. Se levanta de la cama donde estábamos tejiendo, lentamente, mientras yo imito sus movimientos. Mi corazón late más rápido que de costumbre. Me agacho lentamente sacando las armas que guardo bajo mi cama.

Hago un pequeño intento en ponerme de pie, yo sola, pero fallo en el proceso. Esta panza pesa más de lo que debería. Sin embargo, siento la mano de Román apoderarse de mi brazo, levantándome en el proceso sin despegar su mirada de la puerta de mi habitación. Le entrego una pistola mientras yo me quedo con la otra.

Y sin comprender como o porque, siento pasar por mi cuerpo, pequeños espasmos de miedo. Él me pone detrás de él. Una parte quiere retroceder, esconderse, pero esa no soy yo. No debería temer, soy una Rostova, sin embargo, ya no se trata solo de mí, tengo que velar por esa segunda personita que está dentro de mí.

Román comienza a avanzar en dirección a la puerta, mientras los sonidos de los pasos se van acercando cada vez más. El aire comienza a faltar en mis pulmones, mis manos tiemblan, un ligero desespero se va adueñando de mi pecho. Niego con la cabeza cuando mi alrededor comienza a dar vueltas y antes de que pueda decir algo, mi cuerpo entero falla dejándome caer contra el suelo, mientras mi alrededor se va oscureciendo.

Mi alrededor va cobrando color sin comprender como. Observo mi alrededor en busca de alguna respuesta, ¿Dónde carajos estoy...? Pero la pregunta se desvanece en el momento que mi padre aparece frente a mí.

Se ve igual, me siento en shock ¿Qué hace aquí? ¿Dónde estoy? La pregunta surge en mi interior.

—Papá —la palabra brota de mis labios sin que la pueda controlar.

Pero, él no me mira. No me ve a mí, pasa de largo. Me giro sobre mis talones en busca de respuestas, sin embargo, a veces es mejor no pedir esas respuestas, porque pueden confundirte más de lo que pensabas.

Me veo a mí misma, sentada en el borde de mi cama, tan pequeña, tan linda, con una mirada que persuadía a cualquiera, caprichosa. Llevo un vestido de flores con unos zapatos negros que resaltan entre las flores. Una sonrisa se forma en su rostro al ver a mi papá entrar. Sin saber como, pero me acerco a mi misma. Para poder seguir observándolo a él.

—Cariño —dice acercándose hasta arrodillarse frente a mí—, ¿te acuerdas eso que practicamos? —pregunta.

Y comparto una cara de desconcierto con mi yo pequeña. Algo le preocupa a mi papá, ¿Qué era? No logro recordar nada de esto.

D'yavolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora