Que dios me ayude o caeré en la tentación.
A mi mente viajan recuerdos de lo que paso con el señor de ojos azules, no comprendo cómo es posible que ese infeliz me torturara toda la tarde con ese maldito vibrador en mi interior y solo recordarlo, hace que mi interior se moje.
Estoy en la iglesia que hay en el interior del hospital, arrodillada frente a una estatua de Jesús crucificado, uno mis manos, en una súplica.
-No dejes que vuelva a caer en la tentación -le suplico, pensando en el chico de ojos azules.
Niego con la cabeza, cerrando mis ojos, pidiendo que esta oración llegue hasta allá arriba. Pero mi cuerpo se estremece y siento mi piel erizarse, mi respiración se vuelve un asco. ¡Carajos, está cerca! Grita mi mente.
-Hola, de nuevo -esa voz gruesa, llega hasta mis oídos, sacándome un gemido.
-¿Qué haces aquí? ¿Quieres volver a torturarme? -le pregunto sacando mi lado molesto.
Me quedo donde estoy con los ojos cerrados.
-Es la tortura que cualquiera disfrutaría -se excusa-, te ves tan hermosa así -siento su mano pasearse por mi cabello, como un dominador.
-¿Cómo? -le pregunto, queriendo escucharlo decir eso.
-De rodillas -me explica-, verte rezando.
-Eso te...
-¿Qué si me gusta? Si, pero me gusta más la idea de que me rezaras a mí -su mano viaja repentinamente hasta quedar en mi cuello, apretando ligeramente sin llegar a hacerme daño-, ver todo lo que puedes ser capaz de hacer con esa boca maldiciente.
Carraspeo intentando concentrarme en lo que quiero preguntarle.
-¿Por qué me sigues? ¿Por qué buscas que esté bien? ¿Por qué no me dejas ver tu rostro? ¿Quién eres? ¿Cómo me conoces? ¿Por qué no te recuerdo? -lanzo todas las preguntas.
Su mano se detiene en mi cabello, alejándose.
-Son muchas preguntas, D'yavol y en todo lo que puedo pensar en ti, en diferentes posiciones, lugares y rezándome -su voz se escucha más gruesa de lo que ya es-, pero me tengo que ir -sentencia.
Escucho sus pasos alejándose y vuelvo a mi principal función, rezar o intentarlo.
-Diosito, soy yo de nuevo. Sé que tú no nos das carga que no podamos llevar -niego con la cabeza-, pero ¿Cómo esperas que no peque con esos hombres siguiéndome el paso? -levanto mi mirada hasta la estatua-, ¿Cómo esperas que no tenga pensamientos impuros? Por lo menos dame una razón para rechazarlos.
Un sonido hace que me distraiga, logrando que gire mi rostro, encontrándome con una biblia en el suelo. Estoy sorprendida, las respuestas son muy rápida. Giro mi rostro nuevamente manteniendo mi posición.
-Si esa es tu señal, perfecto, sin embargo, necesito verlo feo o quizás aléjalos de mi lado. Algo me dice que indagaré y buscaré de ambos -me levanto del suelo, abriendo mis ojos-, bueno, Diosito me voy antes de que la iglesia se parta en dos, eso sería muy malo.
Limpio mis rodillas, mi pantalón quedo algo lleno de polvo. Sin embargo, mi piel se eriza. ¿El chico de los ojos azules? No creo... me giro sobre mis talones encontrándome con el hombre más arrogante que he conocido hasta ahora. Matt. ¡Como oído a este hombre! Niego con la cabeza, en realidad no lo odio, solo no me simpatiza.
-Con que la iglesia se va a partir en dos -afirma, riéndose.
-No, ¿Qué haces aquí? -pongo mi mejor cara de póquer.
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D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...