El amor y la venganza pueden convertirse en un juego despiadado.
Kirill
Insistente.
Molesta.
Indisciplinada.
La manera en que ella habla, actúa, como me lleva la contraria, sin importarle mi rango, quien soy o enfrente de quien estemos. Eso me... irrita, acabando con la corta paciencia que aflora en mi cabeza, sin embargo, también me pone duro. Nadie ha logrado lo que ella hace, sin contar los cambios de humor tan bruscos que puede llegar a tener. Siento mi entrepierne palpitar y doler.
El enojo en mi cuerpo es notorio, pero nadie se atreve a hablar o decirme algo. Ella tiene razón en algunos aspectos, pero decirle eso sería cargar con ella encima de mí, queriendo ayudarme en todo, acompañándome a misiones o lugares donde no quiero que ella vaya, porque cada vez que intento ocultarla ella salta sin paracaídas encima de mí.
Camino hasta nuestra habitación, sé que estará encerrada y molesta por cómo le hable, pero no me importa en estos momentos. Siento las venas de mi cabeza palpitar con fuerza, mis fosas nasales se abren y cierran con violencia. Aparece la puerta, introduzco la llave sin perder más tiempo. Abro y cierro la puerta de manera rápida, adentrándome a la boca de un demonio.
Y ahí está ella, sentada en el borde de la cama, cruzada de brazos, trago en seco al notar que solo lleva una camisa mía puesta. Su rostro se contrae en una evidente molestia, al igual que mi entrepierne palpita al saber que ella no lleva nada debajo de eso. Me aproximo unos cuantos pasos, hasta que nuestra distancia es menor. Ella levanta la cabeza, mientras sus endemoniados ojos se enfrentan con los míos.
—¿Qué clase de misión era esa? —pregunta manteniendo esa postura segura.
La tensión es palpable entre nosotros. Lo que ella no entiende es que no todo se lo puedo decir siempre, sin importar quien sea ella o que sentimiento este de por medio.
—Creo que merezco una explicación —vuelve a hablar alejándose de mí.
Me alejo de ella sentándome en una silla que está en la esquina de la habitación. Descanso mis brazos en los brazos de esta. El enojo en ella es visible y poco a poco va incrementando.
Niega con la cabeza caminando en dirección al baño, se encierra sin medir alguna otra queja conmigo.
Todos quieren quitarme del cargo en el que estoy, por razones sin sentido. "No estás listo y talvez nunca lo estés" "no tienes carácter" "eres muy blando" son algunos de los putos comentarios que he tenido que escuchar a menudo, desde que era un niño. Y aquí estoy siendo todo lo contrario a lo que decían sobre mí.
En los dos meses que he estado a cargo, he logrado lo que mi padre no había conseguido en 25 años. He ampliado nuestra red de transporte de mercancía, volviéndola internacional, llegando a países latinos sin ninguna dificultad. Colombia es una gran fuente de ingresos, que a su vez conseguí una ruta para el tráfico de drogas. He abierto cabarets en países estratégicos, donde su otra función es el paso de mi mercancía. Tengo de mi lado a diferentes presidentes, que siguen mis órdenes.
Pero todo lo que hago no les basta, por el simple hecho de tenerla a ella a mi lado. La ven como una debilidad... y lo es, la única que existe, sin embargo, ella ha demostrado que es lo contrario que es fuerte, decidida y semejante a una bomba nuclear.
El sonido de una puerta abrirse capta mi atención, al igual que la dueña de una silueta en forma de sirena. Camina en mi dirección, solo con un body de encaje negro, prácticamente trasparente, dejando a la vista sus endurecidos pezones. Trago en seco manteniéndome sin expresión alguna.

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D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...