Pre-fiesta.
—No es ser posesivo, es que no quiero que te mates, aunque tomaste poco los accidentes ocurren
Esas palabras resuenan en mi cabeza, una y otra vez. ¿Quién eres K? ¿Por qué esos cambios de humor tan abruptos? ¿Por qué cuidar a una desconocida con la que no has hecho otra cosa que no sea acostarse? Pensándolo bien, no lo hemos hecho en una cama, siempre es de pie o contra una pared.
Salgo de la ensoñación en la que se encuentra mi mente, encendiendo la secadora de ropa. Porque el idiota de mi jefe me vomito cuando llegamos y como no sabía dónde vivía, ahora está durmiendo en mi cama. Suena interesante, pero no ocurrió nada, es mejor. No soporto estar con personas prepotentes que se creen más que los demás.
La máquina comienza a su trabajo, pero en el proceso se mueve causando una vibración que me lleva a sentarme encima de ella. Abro mis piernas sin pudor alguno, mientras mis dedos se cuelan en el interior de mi ropa, mi mente me traiciona, la excitación se adueña de mi cuerpo, nublando mi juicio. Juego con mi máquina del placer, sintiendo la humedad traspasar mis dedos mojando la secadora en el proceso. Muevo mis caderas buscando más auto placer. Voy a meter un dedo, cuando mi corazón se detiene, un jadeo es ahogado por la falta de aire. Abro mis ojos de golpe encontrándome con una imagen jamás planeada. Matt parado frente a mí, sin camisa, usando solamente un bóxer, su mirada se mantiene en la mía. Pero sus dedos... ellos están algo ocupados.
—¿Q-que hace-s? —me esfuerzo en hablar.
Hago un gran esfuerzo en no cerrar mis ojos, cuando siento como mueve sus dos dedos un poco, causando una fricción que me hace sudar, al mismo tiempo arquea sus dedos en mi interior buscando mi punto G.
—Solo quiero ayudarte —habla y su voz se ha vuelto ronca.
Detenlo, dice mi parte racional.
Pero me he estado sobreexcitando, llevándome a la consecuencia de no poder detenerlo. Sus dedos se mueven lentamente sacándolos y volviéndolos a meter, muerdo mi labio inferior, mientras la impaciencia se adueña de mí, ocasionando que mis caderas cobren vida, buscando más profundidad. Llevo mis manos a mis senos apretándolos, para distraer mi mente. Veo su intención de tocarme.
—No, no puedes tocarme de cintura para arriba —lo reprendo al saber su intención.
No responde a lo que le he dicho y en su lugar, acelera los movimientos de sus dedos torturándome en el proceso. Mantengo mi mirada sobre él, quien al notarlo me observa desafiándome, molesto por mis palabras. Pero si cree que le voy a dar dulzura está muy mal, es solo sexo y en este caso una ayudita.
Se detiene de golpe, saliendo de mi interior mostrándome lo mojado que están sus dedos. Abro mi boca para quejarme, cuando lo veo alejarse.
—Eres un...
Pero mis palabras se quedan a medio camino, ya que contemplo un bulto en su bóxer, no solo eso, es que ahora... saco a su amigo, dejándome ver un pene promedio, que es algo delgado, sin embargo, lo recompensa con la largura.
—Tienes dos opciones o aceptas follar conmigo o te largas —espeta molesto.
—Primero, esta es mi casa, quien se tendría que largar eres tú, no yo —le aclaro, porque nadie me va a venir a hablar de esa forma—, segundo prefiero quedarme así.
Él asiente con la cabeza, mientras yo hago un ademán de bajarme de la secadora, lo voy haciendo con cuidado, cerrando mis piernas para no permitirle seguirme observando, pero me detengo cuando lo veo acercarse a ayudarme o eso es lo que yo creía. Ya que se ubica entre mis piernas, deteniéndome y pegando mi espalda contra la secadora en el proceso. Espero una explicación, pero cualquier posible palabra muere, cuando entiendo lo que quiere hacer, sin embargo, es tarde porque me termina de bajar, solo que no exactamente en el piso.
ESTÁS LEYENDO
D'yavol
Random"Los chicos buenos van al cielo, pero los malos lo traen para ti" Ella es una militar, condecorada, una de las mejores en su trabajo. Él es... un extraño, no tan extraño. Ella ha pasado por muchas cosas, no cree en el amor, pero si en la venganza...