27. VIERNES.

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Hoy es viernes, el último día de la semana en el que tengo que asistir a la universidad. Esto es bueno, ya que estoy bastante agotada y me urge un descanso.

Estos últimos días ha estado todo muy tranquilo. Casi no he visto a Alex, él ha dejado de llamar y de tocar a mi puerta. Quizás el verme con Thomas hizo que entendiera que debe superarme y dejarme ir.

Aun que pasó algo muy raro el día miércoles. Yo estaba llegando al apartamento luego de la Universidad y pude ver como Arielle llegaba a casa de Alex. Él abrió la puerta, pero al verla le cerró la misma en la cara sin emitir palabra. Si la quisiera tanto como yo pensaba, no le haría eso ¿Verdad? En fin, no es de incumbencia; ya no lo es.

Con Tom las cosas van bastante bien, ayer me acompañó a casa y la verdad es que podía sentir la conexión que hay entre nosotros dos. Quizás les parece algo loco que sienta conexión con una persona que conozco hace una semana, pero la verdad es que congeniamos bastante bien.

(...)

Me encontraba descansando plácidamente hasta que los primeros rayos de sol comenzaron a traspasar los cristales de mi ventana, frunciendo el ceño me giré sobre la cama para darle la espalda a la misma; ya que no había dormido muy bien la noche anterior y necesitaba unos minutos más de descanso. Pasaron un par de segundos de silencio antes de ser despertada bruscamente por el sonido de mi celular, que comenzó a sonar para informarme que ya era hora de levántame. Algo fastidiada me giré nuevamente en la cama, abrí uno de mis ojos y con mi mano apagué el despertador; de forma casi instantánea rodé nuevamente volviendo a darle la espalda a esos rayos de sol tan molestos.

¡RIIIN!

- Ash. – Espeté luego de escuchar el sonido del timbre.

Me levanté de la cama con toda la pereza del mundo y comencé a atravesar todo el apartamento con dirección a la puerta de entrada.

- ¿Quién es? – Pregunté, pero no obtuve respuesta.

Algo extrañada tomé el pomo con una de mis manos y abrí la puerta, pero como era de esperarse, no había nadie. Llegué a la conclusión de que era alguien jugándome una broma y no le di mayor importancia.

Decidí volver a entrar y dirigirme nuevamente a la cama, pero en cuanto cerré la puerta y comencé a caminar hacia mi habitación, el timbre sonó nuevamente. Fastidiada me giré sobre mi eje y volví nuevamente hacia la puerta, la abrí para otra vez encontrarme con la nada misma. Comencé a ojear a mi alrededor para ver si veía a alguien, pero no había nadie. Por alguna razón inexplicable dirigí mi mirada hacia el tapete de mi apartamento y allí se encontraba lo que parecía ser un regalo, el mismo tenía un papel muy colorido y un moño de color blanco en la parte de superior. Lo tomé entre mis manos y con una cara de confusión lo observé durante algunos segundos.

- ¿Qué mierda es esto? – Pregunté en voz alta.

Puse mi oreja cerca de la misma y con mi mirada perdida comencé a agitarla, para ver si el ruido podría hacerme reconocer lo que ésta caja contenía. Estaba realizando esta maniobra cuando unos pasos me sacaron de mi concentración, los mismo provenían de las escaleras que llevaban hacia el apartamento de Alex; era él. Me le quedé viendo durante algunos minutos, hasta que él giró su vista hacia mí.

- Buen día Meg. – Dijo con una sonrisa maliciosa.

- ¿Tú me dejaste esto? – Pregunté sin pensar.

- ¿Qué cosa? – Cuestionó haciéndose el desentendido, pero sin quitar esa sonrisa que ya estaba comenzando a molestarme.

- Nada. – Dije de forma cortante.

TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora