- ¿Sorprendida? – Cuestionó con una sonrisa ladilla.
- Pero... ¿Cómo?... No... Yo no... - El alcohol en mí, más el nerviosismo me impedían hablar con coherencia.
- Tranquila. – Dijo el tomando de mis hombros.
Respiré hondo intentando disminuir un poco los niveles de éxtasis.
- Pero Alex... Yo no canto. – Espeté con preocupación.
- Claro que sí. Acabas de hacerlo sobre ese escenario hace un par de minutos. – Dijo con obviedad.
- A lo que me refiero es que... Yo no canto bien. – Agaché mi mirada.
- Déjame decirte una cosa... - Tomó de mi mentón haciendo que levantara mi vista. – Si no supieras cantar, ellos jamás me hubiesen entregado esta tarjeta.
- Tú tuviste algo que ver ¿Verdad? – Cuestioné.
- Algo así. – Admitió con una sonrisa ladilla.
- Ves... No me dieron esta tarjeta porque sea buena, sino porque tú se los pediste.
- Hey... No. – Espetó con el ceño fruncido. – Así no funcionan las cosas. – Exhaló con frustración para luego proceder a hablar. – Mira... Sí, yo los llamé y les pedí que vinieran a escucharte, pero ahí terminó todo. Si ellos no consideran que eres un buen artista, no te dan esa tarjeta que posees en tus manos.
- Eso quiere decir que...
- Eso quiere decir que ellos quieren trabajar contigo porque vieron un gran potencial, el mismo que vi yo en ti.
El silencio se hizo presente, mi cabeza no dejaba de maquinar miles de cosas: Mis padres, mi carrera, las palabras dichas por mi madre hace años.
- ¿Y ahora qué debo hacer? – Cuestioné incrédula mientras observaba la tarjeta. – Yo... No puedo. – Dije rápidamente.
- Si puedes. – Espetó él. - ¿Qué te detiene?
- Mi carrera, mis padres. – Espeté seria.
- Meg... Sé que te gusta esto. – Admitió él. – Lo veo en ti. Cada vez que vez uno de mis conciertos en YouTube, puedo ver como se ilumina tu mirada y sé que no es porque sea yo él que está sobre el escenario, es porque te gustaría estar en mi lugar... ¿O vas a negármelo?
Agaché mi cabeza y asentí lentamente.
- Pero me guste o no... No puedo hacerlo, estoy estudiando y no puedo dejar de lado esto.
- Vamos, he notado como detestas esa carrera que tus padres te obligaron a estudiar.
- Sí... No... No me gusta del todo, pero... No puedo defraudarlos.
- Tu padre ama la música tanto como tú y miles de veces me has dicho que él siempre te apoyó para que te metieras a algo relacionado con esto, de no ser porque tu madre se interpone en todo, ahora estarías triunfando en algún lugar del mundo. Yo sé que él te apoyaría si llegas a entrar en esta industria.
- Él no es quien me preocupa. – Dije pensando en mi madre.
- Megan, por favor... Ya tienes 18 años, pronto cumplirás los 19; si esto es lo que quieres, solo hazlo. – Me animó.
Me quedé en silencio intentando pensar, pero el alcohol dificultaba esto, ya que no estaba con mis sentidos al cien.
- Piénsalo... Cuando estés sobria. – Dijo él con una risa burlesca.
- No te rías de mí. – Espeté enfadada.
- Está bien... Está bien... Borrachita. – Dijo en un tono bajo de voz para evitar que lo escuchara.
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TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).
RomanceMegan, una chica que debe abandonar su país para irse a vivir a New York, con el objetivo de empezar sus estudios universitarios. Allí descubre un mundo totalmente nuevo al que conocía. Personas nuevas, un idioma que deberá perfeccionar y varios pr...