18. PROCESANDO.

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Me desperté sobre exaltada por la alarma de un auto. Dirigí mi vista hacia el reloj que se encontraba en la mesa de luz, el mismo marcaba las 6:00hs. Con mi vista, comencé a recorrer toda la habitación; la misma se encontraba iluminada, levemente, por la luz de la luna que entraba por la ventana. Detuve mi recorrido visual en la puerta de entrada a la habitación, la misma estaba cerrada; yo me encontraba cubierta por una manta, lo que me indicaba que Alex había estado en la habitación. Me volteé con la esperanza de verlo a mi lado, pero no fue así.

Me quedé algunos minutos mirando hacía el techo, no podía dejar de pensar en la discusión que habíamos tenido él y yo. Mi mente no dejaba de decirme que la había cagado, pero mi corazón sabía que él me perdonaría. Me levanté de la cama decidida a hablar con él, até mi cabello en una media cola y me dirigí hacia la cocina.

Ahí estaba él, dormido sobre la mesa, con una botella de whisky a su lado y varias colillas de cigarrillos en un cenicero.

- ¿Alex? – Dije.

No obtuve respuesta. Me acerqué más a él y toqué su brazo.

- ¡Alex!

- ¿Qué? – Preguntó él sin despegar la cabeza de la mesa.

- Vamos a la cama. – Exclamé.

- No quiero.

Era muy claro que estaba ebrio.

- Vamos Al. No puedes quedarte durmiendo aquí.

- Estoy enojado contigo. - Admitió entre balbuceos.

- Bien. - Espeté para luego comenzar a alejarme de él, pero sus balbuceos hicieron que me detuviera.

- Mujeriego ja... Yo no soy un mujeriego ¿Lo eres? - Se apuntó a si mismo con su dedo índice. - No, no lo soy. Yo sé que no lo eres pero Megan dice que sí.

Por dentro quería reír pero sabía que era algo serio el que Alex se encontrara en ese estado de ebriedad. 

- Vamos borrachito. - Dije con una sonrisa de lado mientras tomaba de su brazo.

Alex se levantó de la silla gracias a mi ayuda y comenzó a caminar hacia la habitación, yo lo seguí detrás.

- ¿Qué hacías durmiendo en la cocina? – Cuestioné.

- Porque parece que soy un mujeriego. - Espetó mirándome con los ojos casi cerrados.

Entramos al cuarto y cayó rendido en la cama. Me acerqué y lo tapé con la misma manta que me cubría minutos antes.

- ¿Por qué eres tan hermosa? – Preguntó él balbuceando.

- Ya duérmete. – Exclamé entre risas.

Me acerqué a él y le di un beso en la frente.

- Ven... - Espetó mientras tomaba de mi cintura acercándome bruscamente hacia su cuerpo.

- ¿Qué te pa...

Él interrumpió mi pregunta rodeándome con sus brazos.

- Creo que también te amo. – Musitó.

- ¿Qué? – Pregunté, pero él no respondió.

Giré mi cabeza para poder verlo y saber el por qué de su silencio, pero para mí mala suerte, él ya se encontraba dormido.

Era imposible, para mí, dormir después de lo que acaba de escuchar. El reloj había dado las 6:30hs. Y al decir verdad, estaba muerta de sueño, pero mi mente no paraba de repetirme esas palabras.

Sacudí mi cabeza tratando de borrar todos los pensamientos que recorrían mi mente. Me volteé nuevamente para quedar cara a cara con él, me mantuve algunos minutos en esa posición; pero solo limitándome a observar y escuchar. Observaba cada milímetro de su rostro y admiraba su belleza; escuchaba su respiración, la misma era tranquila, lo cual era bueno, ya que me tranquilizaba a mí también. Trataba de encontrar un poco de claridad mental o de al menos descifrar que era lo que estaba sintiendo en ese momento, pero sin darme cuenta mis ojos comenzaron a cerrarse hasta que por fin logré conciliar el sueño. 

TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora