32. RECONCILIACIÓN.

261 16 0
                                    

- ¿Qué dijiste? – Preguntó el frunciendo el ceño.

- No... Nada. – Me levanté rápidamente de la cama comenzando a buscar mi ropa.

- Dijiste que me extrañaste. – Se sentó en la cama observando mis movimientos.

- No fue así. – Dije dándole la espalda mientras me colocaba mi ropa interior.

Mi calentura me había ganado una vez más y mi amor por él me había hecho admitir algo que no quería que supiera.

- ¿Por qué te cuesta tanto admitir tus sentimientos por mí? – Cuestionó él levantándose de la cama mientras se ponía su ropa. – Sé que me quieres y que me has extrañado tanto como yo lo he hecho ¡Solo dilo! – Dijo en un tono prepotente. – Ya me disculpé por todo lo que pasó ¿Qué más quieres de mi Meg?

Me llamé al silencio, me negaba por completo, no quería admitir mis sentimientos; ni siquiera conmigo misma.

- ¡Megan! – Gritó mi nombre sacándome de mis pensamientos.

- Esto fue un error. – Espeté mirándolo fijo a los ojos.

- ¿Estar conmigo es tu error? ¿Yo soy tu error Megan? – Preguntó con furia.

- Perdón, no puedo hacer esto. – Dije pasando por su lado para luego encerrarme en el baño.

Sí, lo había extrañado, y estuve con él porque en verdad lo deseaba. Pero sabía que Alex no era bueno para mí, además estaba Thomas. Sabía que ambos sentíamos algo el uno por el otro, por más que él no dijera nada, tenía una corazonada.

- Deja de ser tan inmadura y habla conmigo Megan. – Exclamó golpeando la puerta del baño.

Estaba frente al espejo, mirándome, sin saber qué hacer o qué decir. Me gustaba Alex, era el chico perfecto, pero no era bueno para mí.

- ¡Megan!

- ¿Qué? – Dije abriendo rápidamente la puerta del baño.

- ¿Por qué me haces esto? – Cuestionó.

- ¿Hacerte qué?

- Actuar así. - Replicó

- ¿A qué te refieres? – Pregunté con el ceño fruncido.

- ¡Cambiar de un momento al otro! Primero me odias, luego tenemos sexo y ahora quieres actuar como si nada hubiese pasado entre nosotros.

Me quedé observándolo durante algunos segundos, la verdad es que no había ninguna respuesta coherente que pudiese llegar a gesticular en ese momento. Estaba siendo una inmadura, pero no tenía mis justificaciones para serlo.

- Necesito que te vayas Alex. – Dije mientras salía de la habitación.

- ¿Y ahora qué? ¿Vas a volver a encerrarte en tu apartamento para no verme? ¿Vas a seguir haciendo como que no existo?

- Alex, por favor...

Alex golpeó fuertemente la mesa de la cocina y salió de mi apartamento para luego cerrar la puerta con un portazo.

La verdad es que sí, todavía tenía sentimientos muy fuertes por él, pero como ya dije, no quería volver a sufrir. La bronca y la impotencia se apoderaron de mí y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Estaba harta de todo, quería querer a Alex, pero el miedo de ser lastimada era más grande.

Sollozando tomé mi celular y entre mis contactos busqué el número de Emma; necesita desahogarme con alguien.

- Hola hermosa ¿Cómo estás? – Saludó ella con alegría en su voz.

TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora