52. DESPUÉS.

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La cena fue bastante tranquila. Alex se sentó frente de a mí. A mi izquierda mi padre y en frente de él, el padre de Alex. Ellos pasaron toda la cena charlando de sus anécdotas, las cuales, tanto yo como Alexander escuchábamos con atención, riendo de forma ocasional.

Luego de haber finalizado la dichosa cena, mi padre junto con el de Alex se encaminaron hacia un bar cercano, dejándonos solos en la vuelta a casa.

(...)

Alex estacionó su auto frente a su apartamento y procedió a bajarse de éste en dirección hacia la puerta del acompañante. Abrió ésta permitiéndome salir del vehículo y posteriormente tomó mi mano.

- ¿Quieres pasar? – preguntó mientras dirigía su vista hacia su apartamento para luego devolver ésta hacia mí.

- No lo sé – espeté –. Tengo cosas que hacer de la universidad y...

- Vamos, di que sí - me interrumpió -. Nos acabamos de reencontrar después de varios días. Te he extrañado y sé que tú también me has extrañado a mi... Te necesito – admitió mientras pasaba la parte superior de sus dedos por mi cuello.

- No hagas eso – musité mientras cerraba mis ojos.

- ¿Qué? – susurró mientras acercaba su boca a mis labios.

- Sabes que si me besas diré que sí a cualquier cosa que me propongas.

- Esa es la idea – murmuró para luego besar dulcemente mis labios.

De a poco fui abriendo mis ojos provocando que mi mirada se conectara con la de Alex.

- Bien. Pero - hice una pausa.

- ¿Pero? – cuestionó.

- Mañana tengo cosas que hacer. Debo encontrarme con Thomas para realizar unos trabajos de la universidad.

- Thomas - musitó él para luego alejarse de mi lentamente.

Inevitablemente un sentimiento horrendo comenzó a recorrer cada parte de mi cuerpo. Ver la forma en la que me trataba Alex, escuchar que me había extrañado y sus caricias me hacían arrepentirme cada vez más de haberme besado con Tom.

- ¿Qué tiene? – cuestioné a la defensiva.

- Escuché que estuviste en su casa – admitió él.

Mis ojos se abrieron más de lo normal debido a la sorpresa que me habían provocado sus palabras.

- ¿Qué? – espeté sobre exaltada –. Pero ¿Cómo? – musité.

Me mantuve dentro de mis pensamientos por unos segundos, tratando de descifrar cómo era posible que Alex supiera. Luego de un rato pude unir las piezas y así logré comprender que la única que sabía de mi paradero aquella noche era Emma.

- Emma – murmuré.

- Sí. Pero no te molestes con ella. Insistí tanto que al final terminó por decirme a donde te encontrabas la noche de ayer.

- ¿Qué más te dijo? – cuestioné.

- Nada... Solo la verdad – sentenció.

- ¿Y la verdad es...? – dije para que continuara.

Él solo soltó una de sus tan características sonrisas para posteriormente colocar su mano detrás de mi espalda.

- Vamos adentro – mandó –. Allí hablaremos mejor. Está comenzando a hacer frío y no quiero que te enfermes – explicó en lo que nos encaminaba hacia las escaleras del apartamento.

(...)

- ¿Ya me dirás qué es lo que te dijo Emma?

- ¿Por qué tan intrigada? – cuestionó en lo que dejaba dos tazas de té sobre la mesita ratonera que se encontraba frente a nosotros en el sofá.

TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora