50. ARREPENTIMIENTO.

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Ruidos provenientes de la cocina hicieron que mi sueño reparador fuese interrumpido. El olor delicioso a panqueques recién hechos se hizo presente en la habitación invadiendo mis fosas nasales. Me removí en la cama abriendo lentamente mis ojos, allí, lo primero que logré divisar fue una guitarra de color celeste caro posicionada a un lado de la cama. Puse mi mano sobre mi frente ya que las puntadas en la cabeza no tardaron en hacer acto de presencia.

Por obvias razones había perdido la carrera contra Thomas y tuve que cumplir mi reto; tomarme un vaso entero de ese repugnante liquido creado por mí.

Froté mis ojos con mis manos y luego de un largo bostezo decidí levantarme. En la noche, Thomas, me había prestado una camiseta de él para que yo pudiese dormir más cómoda; así que me encontraba usando aquella prenda y debajo solo mis bragas.

Me encaminé hacia la cocina en busca de aquel tan delicioso olor, encontrándome allí con un Thomas que jamás hacía visto antes. El mismo se encontraba usando solo sus sweatpants, estaba descalzo y sin remera. Bebo admitir que no se veía nada mal, pero no era nada correcto estar pensando esas cosas indecentes de mi amigo; ya no.

- Buenos días. – Dije provocando que Thomas diera un pequeño saltito en su lugar.

- Me asustaste. – Espetó poniendo una mano en su pecho. – Pensé que no despertarías jamás. – Admitió.

- ¿Qué haces? – Cuestioné mientras masajeaba una de mis cienes.

- El desayuno ¿Te gustan los panqueques?

- Me encantan. – Dije saboreándome de ante mano.

- Genial. – Exclamó. - ¿Me puedes hacer un favor?

- Sí. Dime.

- Ve al mueble de mi habitación, abre el primer cajón y tráeme un paquete de pastillas de color blanco.

Algo confusa por su petición, accedí a esto y emprendí camino hacia su habitación. Abrí la puerta y nuevamente, casi de manera involuntaria, volví a observar aquella guitarra celeste perla posicionada correctamente a un lado de la cama; definitivamente quería escuchar a Thomas tocar. Me encaminé hacia el modular, lo abrí y de dentro saqué las pastillas que Tom me había encargado momentos antes, para luego dirigirme hacia la cocina nuevamente.

- ¿Las encontraste? – Cuestionó.

- Sí. – Dije para luego entregárselas.

- Ten. – Espetó para luego posicionar una de éstas pastilla en mi mano izquierda y un vaso lleno de jugo de naranja en mi mano derecha. – Se te debe estar explotando la cabeza. – Sonrió.

- ¿A caso lees mentes y nunca me lo has dicho? – Cuestioné.

- Es un don. – Dijo en broma mientras giñaba un ojo.

(...)

- Wow, los panqueques están deliciosos. – Dije saboreando éstos en mi boca. – No solo eres bueno para preparar tragos, sino que hacer comida también se te da muy bien. – Dije y él sonrió.

- Bueno gracias. – Espetó.

Mi celular comenzó a sonar, interrumpiendo mi delicioso desayuno. Esperaba que la persona que estuviese detrás de aquella llamada fuera Alex, pero no era así.

- Hola pa. – Dije hablando en mi lengua materna.

- ¿Cómo estás?

- Bien ¿Y vos? – Pregunté dándole otra probada a mis panqueques.

- Me alegro. Yo estoy bien hija. Te llamada porque te tengo una noticia.

- Decime. – Espeté con algo de desinterés.

TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora