48. SALIDA.

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- Meg. – Espetó. – Hace mucho no te veo. – Se acercó a mí para luego abrazarme.

- Lo siento Em. – Dije correspondiendo dicho abrazo. - ¿Cómo estás?

- Bien. – Dijo separándose de mí. - ¿Y tú?

- Bien, pero... - Hice una pausa volteando a ver el auto de Alex.

- ¡Oh! ¿No lo sabías? – Cuestionó con el ceño fruncido.

- ¿Qué?

- Sobre Alex... Él estará fuera de la ciudad por unos días; pensé que lo sabías. – Admitió con confusión.

- No... Es que... - Agaché mi mirada. – Nosotros no...

- ¿Pelearon? – Indagó.

- Algo así, luego te cuento, pero... No entiendo el por qué no me dijo que se iría.

- Yo tampoco lo sabía. – Se excusó. – Matt me llamó hoy consultándome si podía pasar a buscar el auto de Alex, ya que él se iría junto con Matt.

- ¿Y sabes a donde fueron?

- A Boston, o al menos eso logré escuchar.

Inevitablemente mi mirada se dirigió a la nada misma y mis pensamientos negativos no dejaban en paz mi mente. No entendía él por qué Alex había olvidado aquel "insignificante detalle" de que se iría a Boston.

- ¿Quizás te quiso decir aquel día que pelearon? – Me cuestioné para mis adentros.

Más allá de estar dolida, estaba molesta. Sé qué nosotros habíamos terminado por mi culpa y que él no tenía por qué decirme lo que hacía o dejaba de hacer; pero aun así me molestaba.

- Meg. – Espetó Emma llamando a mi atención.

- ¿Si? – Dije saliendo de mis pensamientos.

- Tranquila. – Puso su mano en mi hombro. –Quizás él...

- No me importa. – Espeté interrumpiéndola mientras sacudía mi cabeza. – Salgamos. – Dije de forma repentina.

- ¿Cómo? – Cuestionó ella.

- Sí. Salgamos, vamos a un bar o algo similar; necesito salir.

- No quiero que hagas tonterías solo porque Alex no te avisó que se iría.

- No es por eso. – Si era por eso. – Además... Ya no me importa. - Si me importaba.

- Pero Meg... Tú y él... Él te quier...

- Ahórrate las palabras. – La interrumpí. – No me interesa saber que me quiere. Si eso fuese verdad, me hubiese dicho que se iría.

- Quizás lo olvidó.

- ¿Cómo olvidas eso? – Cuestioné molesta.

Quizás les parezca muy inmaduro el papel en el que me encontraba sumergida en este momento, pero el enojo me hacía poner de este modo; al fin y al cabo, tener dieciocho años y vivir sola no te hace ser más madura.

(...)

- ¿Estás segura de que quieres salir? – Cuestionó Emma mientras me veía revolver la ropa de mi armario.

- Sí. – Sentencié.

- ¿No te arrepentirás?

- ¿Debería? – Pregunté.

- No quiero que hagas nada de lo que te puedas llegar a lamentar luego. Además, la última vez que salimos juntas... Hubo problemas. Sé que no quieres que te lo mencione, pero esta vez no estará Alex para salvarnos.

TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora