Llegó el día, se suponía que hoy debía presentarme frente a varias personas en un bar.
Mi padre se había ido de New York el día de ayer. Debo admitir que sus días aquí me habían hecho sentir mucho mejor. Con él sentía que por fin alguien de mi familia confiaba en que podía llegar a tener éxito en la industria musical. Gracias a él había dejado de sentir aquella tan característica inseguridad que se había incrustado en mi por culpa de las palabras de mi madre.
Ya había hecho esto antes, exponer mi voz a desconocidos, arriesgándome a ser la burla del lugar. Pero aquello no significaba que había perdido el miedo o los nervios a cantar frente a un público. El solo hecho de pensar en que allí se encontraría el que en un futuro podría llegar a ser mi manager, me hacía sentir enferma.
El reloj dio las 19:30 hs. Y yo me encontraba dándole los toques finales a mi maquillaje. Alex pasaría por mí en breve y no quería hacerlo esperar.
Escuché el sonido de alguien golpeando a la puerta de entrada desde mi habitación. Me apresuré a ésta con la expectativa de ver a Alex; pero eso no fue así. Al no ver a nadie, realicé un recorrido visual en varias direcciones con el objetivo de encontrar a alguien cerca, pero no logré visualizar a nadie. Aquel recorrido finalizó en el ramo de flores que se encontraba situado frente a mis pies. Éste contenía al menos veinte rosas rojas, con una nota de color blanco colocada cuidadosamente en el centro de dicho ramo. Di un último vistazo a los alrededores para luego agacharme con el objetivo de tomar el ramo.
Me di media vuelta, entre al apartamento y cerré la puerta tras mi espalda. Coloqué el ramo sobre la isla flotante de la cocina y procedí a tomar la nota. Logré percatarme de que la misma se encontraba escrita en una perfecta y hermosa caligrafía.
- "Buena suerte esta noche. Te amo... Tu único amor" – leí en voz alta –. Es tan dulce – espeté convencida de que se trataba de Alex el misterioso emisor.
Debo admitir que me pareció un tanto extraño el hecho de que él me hubiese enviado ese ramo de flores; ya que él sabía que aquellas no eran mis favoritas, es más, las rosas ni siquiera eran de mi agrado. Pero decidí no ser mal agradecida y me limité a sonreír algo sonrojada por aquel detalle. Coloqué las flores en agua y las dispuse sobre la mesa ratonera que se encontraba frente al sofá de la sala. Sonreí por última vez al mirar las rosas y me encaminé a mi habitación para tomar mi gabardina.
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TENÍAS QUE SER TÚ. (Él y yo).
RomantikMegan, una chica que debe abandonar su país para irse a vivir a New York, con el objetivo de empezar sus estudios universitarios. Allí descubre un mundo totalmente nuevo al que conocía. Personas nuevas, un idioma que deberá perfeccionar y varios pr...