XXXII. Habit

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-Maris-ssa -la llamó totalmente sorprendida, ¿la habría escuchado?

-Señorita, ¿segura que no quiere que prepare algo? -aunque la omega no era del agrado de la beta su espíritu servicial se ofrecía a quién fuese.

-Gracias, señora, pero estoy bien -se adentró más en la sala hasta llegar a la mesita y servirse más vino.

-Si necesita algo no dude en llamarme, esta noche me quedaré en la finca.

-Buenas noches, señora -bebió.

-Si bebe una copa más, señorita, la resaca de mañana será impresionante. Buenas noches.

Marissa se retiró dejando ahí a la omega en la sala de juntas y se fue a la habitación correspondiente mientras una gran tormenta se avesinaba.

Eran los dos de la mañana y por más vuelta que daba no podía conciliar el sueño así que se levantó, afuera hacia viento pero dentro se permanecía cálido.

Bajó las escaleras con cautela, no quería importunar el sueño de nadie.

Al estar ya en el último peldaño decidió dirijirse a la sala.

-Louis -se oyó la voz de...

-Anne -comentó el omega sorprendido. La beta estaba en la sala, inmersa en la oscuridad-. ¿Puedo? -pidió permiso para sentarse en el otro extremo del sofá.

-Claro, Louis.

El omega se sentó y se acomodó. Ambos permanecieron en silencio hasta que Anne decidió romperlo.

-Si te hice sentir mal, te pido una disculpa -tomó una pausa-. Me sentí ofendida y-y atacada -comenzó a mover su mano como acostumbraba cada que hablaba- al saber que mi hijo estaba sufriendo lejos de mis brazos... -suspiró pesado-. Pero Harry ya no es un niño, él sabe lo que hace y si no, tiene que darse cuenta; porque ambos están mal.

Louis solo observó en silencio como la beta bebía de su taza que mantenía en sus manos.

-Discúlpame por responsabilizarte de todo, yo... Yo la verdad...

-Está bien, Anne -habló con sinceridad para tranquilizar a la beta.

Anne volvió a beber más té hasta terminar todo y dejó la taza en la mesa de la sala.

-¿Querías algo de la cocina? -cuestionó la señora tratando de indagar la razón por la que Louis estaba ahí.

-No, sólo que se me fue el sueño y decidí bajar.

"Es una tortura estar despierto en esa habitación" -pensó Louis.

-Vale, pues a ti se te ha ido y a mí me ha vuelto, puedes tomar lo que quieras de la nevera o despensa, está es tu casa -ofreció la mujer.

-Muchas gracias.

Anne se levantó.

-¿Y Freddie? -preguntó Louis antes de que la beta se marchara.

-En mi habitación -respondió.

-¿Por qué no lo dejaron con mi madre o conmigo?

-Porque sabemos lo que es tener un bebé y lo cansados que deben estar, además de que no lo tenemos todos los días, después de todo, se irán más tarde, ¿no?

-Sí, después del almuerzo.

-Vale, nos vemos, Louis Anne avanzó hacia las escaleras y comenzó a subirlas.

-Buenas noches, Anne.

Louis de quedó solo en la planta baja.

Se levantó y salió de la casa directo al jardín, todo estaba como la última vez, ahí estaban los arbustos, los zarzales, las flores, el césped, había una mesa y sillas nuevas, y, el viejo manzano que había dado sombra a muchísimos días de campo y aventuras de un Harry y un Louis siendo niños y adolescentes.

Our Little SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora