XXI. Renuncia

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El sábado fue un día largo para todos. Louis la pasó mal, tenía una terrible resaca. Harry estaba de nuevo en el aeropuerto y Danielle sólo ayudaba a Louis.

Verónica también la estaba pasando mal, estaba por tomar una importante decisión.

Pasó todo el día así hasta que por la noche tomó su baño de agua fresca, iba a renunciar, ya no estaba dispuesta a sufrir otro abuso.

Cuando salió se preparó un café, encendió su laptop y empezó a redactar la carta de renuncia.

Por la mañana, después de haber salido a comprar las cosas necesarias y comprar un periódico, se preparó el desayuno. Al terminar empezó a buscar en las hojas del periódico los trabajos. Encerraba con lápiz rojo aquellos que le interesaban y se adaptaban a sus necesidades y habilidades.

Por la tarde estaba lista para hacer su caminata de domingo cuando su celular vibró, era Bryan, le pedía que se vieran en el piso 5 del BRSpace en punto de las nueve, que llevara ropa casual.

Verónica lo iba a ignorar, pero no quería hacer el drama de llegar tarde en lunes con ropa casual, entregarle la carta a Bryan e irse de ahí frente a todos, eso iba a herir el ego masculino del alfa. Preferible hacerlo a discreción.

Luego de imprimir la carta, la metió en un sobre y salió.

Tomó el subterráneo, como acostumbraba.

Estaba vistiendo ropa deportiva y unos tenis.

Al llegar a la estación bajó, salió del subterráneo y caminó el par de calles que faltaban para llegar al edificio.

Como era domingo no había nadie, ni un guardia. Al llegar tocó el timbre del departamento y Bryan le abrió.

Cuando Verónica estuvo dentro tomó el elevador y llegó hasta el piso 5. Entró y fue hasta el comedor, ahí estaba Bryan con una mesa lista para dos personas, con velas, rosas y vino tinto.

-Ah, te tomaste en serio eso de vestir algo casualmente cómodo, pero como eres preciosa cualquier prenda se te ve bien. Siéntate, tendremos una cita -le dijo Bryan autoritario.

-Vine hasta acá sólo para una cosa y no es para cenar contigo -Verónica se acercó y dejó el sobre sobre la mesa.

-¿Qué es esto? -preguntó Bryan tomando el sobre en sus manos.

-Mi renuncia, porque ya me cansé, ya no estoy dispuesta a aguantar otro abuso.

-¿Abuso, dijiste? Más bien deberías verlo como un favor. Créeme que en la vida, ningún alfa te verá. Si ya por si solo, los omega varones son algo deplorable, ahora imagina a un omega transgénero. Asco total. Deberías estar agradecida de que un hombre como yo te tocó, Zhanie.

Al escuchar ese nombre, a Verónica se le revolvueron las entrañas y su cara de seguridad se cambió por una de debilidad.

-Yo fui al club donde trabajabas, iba diario, sólo que tú nunca estuviste a la altura para alquilar te -soltó una carcajada maliciosa-. Ahora hagamos esto: te quedas a cenar conmigo, y me dejas marcarte y nada te faltará. Serás feliz y estarás segura en mis brazos -seguía con la misma malicia emanando de cada poro de su piel.

-¡NO! -dijo recuperando la seguridad con la que había llegado.

Bryan se lanzó hacia ella, la tomó de los antebrazos y la empujó hacia un lado. Verónica cayó al suelo y se asustó.

Bryan abrió el sobre y rompió la carta de Verónica.

-Podemos ser felices juntos, Verónica, sólo piénsalo -insistió.

Verónica se quedó ahí, inmóvil y sin responder.

Bryan se acercó y con brusquedad la tomó de los hombros y la sacudió.

-¡Contesta! ¡Contesta! ¡Contéstame! -le gritó en la cara.

Verónica sólo lo vio, intentó sonreír y Bryan también sonrió y de la nada Verónica lo escupió en la cara, el alfa giró un poco su cara y pasó su muñeca para limpiarse y el omega intentó escapar pero aquella bestia ahora enfurecida la tomó, cayó de nuevo moviendo la mesa. Todo los cubiertos cayeron y el cuello de la botella de vino quedó en el borde, a punto de caer.

Verónica había quedado boca abajo y Bryan con brutalidad intentaba desnudarla, las intenciones que tenía eran claras y el omega sólo se había quedado quieta, su respiración se había acelerado, Bryan ya había bajado sus pantalones y estaba a casi nada de bajar los de Verónica. Ella sólo veía qué podía hacer. Se estiró y tomó el cuello de la botella de vino, se volteó y la estrelló en la cabeza de Bryan. El alfa se apartó.

Verónica se levantó, subió sus pans y se fue directo al elevador.

-¡Estás despedida, maldita zorra! -gritó Bryan. Pero eso a Verónica le importaba un bledo, ahora lo que quería era sentirse segura.

Cuando salió ya estaba oscuro y corrió unas cuadras hasta que llegó a un teléfono público, llamó a Louis.

-¡Verónica! -exclamó Louis con sorpresa-. ¿Qué te ha ocurrido?

Verónica no contestó así que Louis la subió al auto y la abrazó. Vero se encogió en el asiento bajo los brazos de Louis. Lloró.

La llevó a casa con Danielle, ambos la atendieron, el pequeño Freddie estaba en casa de Jay, pues había venido de visita Felicite.

La dejaron descansar en el cuarto de huéspedes.

Ella no quería hablar. Gracias al cielo, Danielle y Louis, entendieron su silencio.

Al día siguiente Verónica sólo le pidió a Louis que no dijera nada a Bryan, que después ella iría a excusarse.

Louis aceptó y le pidió a Danielle que más tarde la llevara a una linda casita que tenía a las afueras de Londres, una casa propia de la que Bryan no estaba enterado.




















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