XXXIV

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Frida vino por Harry. Lo despertó.

-Cariño, ya tenemos que irnos. Lo siento por despertarte. Ya es hora -Le habló dulcemente desde el borde de la cama.

Harry despertó, se sentía bien, sólo que sus ojos estaban pesados.

Se incorporó pronto. Salió de la habitación y se encontró a Gina y Frida charlando en la sala.

-Ahí está ese bello príncipe dormilón -se alegró tanto de verlo, Gina-. ¿Cómo has dormido, amor?

-Bien, he pasado una agradable noche que ni cuente me di que llovió -respondió Harry seguido de un bostezo.

-Hace apenas una media hora que ha parado de brisar, seguramente el camino hacia la finca es un caos, la tormenta venía de allá, el este -comentó Frida.

-Pues pasemos a desayunar, ni crean que dejaré que mis huéspedes se vayan con el estómago vacío -invitó Gina, casi autoritaria pero sin dejar de ser amable y dulce.

Harry y Frida pasaron al comedor con Gina. Se sentaron y les sirvieron.

Harry estaba en calma.

-Señora, ha llegado el automóvil de la señora Gianni -informó el ama de llaves de la casa Ricci.

Harry y Frida comenzaron a despedirse de Gina.

-Espero volverlos a ver por aquí pronto, ¿eh? -advirtió la omega.

-De eso no tengas duda, Gi. Estaremos de vuelta antes de que Harry saque su colección -aseguró, Frida.

-Perfecto.

Frida se entretuvo unos momentos con Emile que estaba esperando de pie junto a la puerta para abrirla.

-Harry, cuídate mucho -le dijo Gina-. Y recuerda no reprimirte, para nada -lo abrazó.

Harry correspondió el abrazo, se sentía bien.

-Tienes un enorme potencial -se apartó la omega, tomó la mano izquierda de Harry y la sostuvo con ambas manos-. No lo desaproveches.

Harry se sintió motivado, Gina tenía un enorme poder y una gran energía y buena vibra que se contagiaba.

-¡Muchísimas gracias, Gina! Pronto nos tendrás por aquí -reforzó Harry.

Los alfas terminaron su ritual de despedida y subieron al auto.

Las ruedas giraban una y otra y otra vez. Iban a buena velocidad, seguro llegaban pronto.

El paisaje era lindo, en su mayoría natural y alguna que otra huerta.

-Lou -llamó Jay la atención del omega.

-Dime, mamá.

-Lamento haberme quedado callada en ese momento, me congeló escucharte.

-Ay, tranquila, mamá, no era necesario que comentaras algo si no querías.

-Claro que quería, solo que no sabía qué palabras utilizar -suspiró-. Tú sabes que los sueños, son sólo eso, sueños. Nos muestran nuestros más callados sentires, angustias, problemas y deseos. Y, aunque no es real, el que has tenido no está lejos de la realidad. Seguir así provocará que te afecte a ti, a Harry, ambos o incluso hasta a Freddie. Es necesario que pongas atención a este tipo de señales cariño.

Louis se quedó pensando en silencio.

-También me sorprendió y a la vez me dolió escuchar que te culpabas una y otra vez. Cariño, no tienes la culpa de todo.

Our Little SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora