XXII. Cansancio Emocional

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Harry llegó en la tarde noche a Italia, al entrar a la propiedad se pudo escuchar música, estaban celebrando.

Anualmente, Alessandro hacia una cena e invitaba a sus más distinguidos amigos diseñadores y otros.

El alfa se excusó con Alessandro quien se sorprendió al ver el estado en el que se encontraba. Pero al igual que los demás, creyó que se veía así por el viaje que había tenido y de igual manera, Aless, pensó que Harry había arreglado sus problemas maritales.

Al día siguiente, Alessandro había organizado un almuerzo con algunos de sus más íntimos amigos diseñadores para darle el visto bueno y críticas constructivas a Harry sobre su colección.

A las diez en punto todos se sentaron en la mesa de la terraza principal, se les sirvió café, estaban tan sólo esperando a Harry para empezar a almorzar pero aquel alfa no había aparecido aún.

Conforme los minutos pasaban, Alessandro se quedaba sin paciencia, mandó llamar a uno de sus empleados para que fuera a buscar a Harry y eso hizo un pequeño omega.

Harry estaba acurrucado entre las sábanas, temblando e hirviendo en fiebre y empapado en sudor frío.

El omega que había mandado Alessandro lo vio ahí y regresó inmediatamente a la terraza.

-Dime, Elio ¿qué pasa con el muchacho? -preguntó Alessandro hablando en italiano.

-Está muriendo de frío, tiene muchísima fiebre -respondió el omega en el mismo idioma.

-Dile a Marissa que ayude, mientras tú y tu hermano vayan a la villa y busquen al doctor Binicci, díganle que lo necesito, que es urgente.

El omega hizo una ligera reverencia y se fue a cumplir con el mandato del alfa. Él se acercó lentamente a la mesa y se disculpó con sus amigos y les ofreció quedarse un par de días más, en lo que Harry se recuperaba y podían tener una comida creativa.

Los hombres, todos alfas, lo entendieron y siguieron comiendo el almuerzo mientras Aless iba rápido a la habitación de Harry donde ya se encontraba Marissa. Ella había cerrado todas las ventanas y había cubierto a Harry con un gran edredón mientras le ponía lienzos húmedos en la frente.

-¿Cómo está? -preguntó el alfa.

-No lo sé, no ha querido hablar, a duras penas he hecho que deje de temblar. ¿Puede cuidar de él unos minutos? Iré por un té que le he prometido, tiene malestar en su garganta.

-Bien, Marissa, yo le cuido.

Marissa salió de la habitación y bajó inmediatamente a la cocina. Alessandro se acercó a la cama y se sentó en el borde, junto a los pies de Harry quien al sentir el movimiento en la cama abrió los ojos un poco.

-Hombre ¿cómo te encuentras? -le preguntó, Aless.

Harry lo vio con los ojos entreabiertos, no dijo nada, sólo carraspeó pero no habló.

-¿Quieres que avise a Louis?

Harry negó con la cabeza.

-¿Por qué? ¿No lo quieres preocupar? Por lo menos deberías avisarle, que se prepare, pues puede que él también enferme.

-Él y yo -dijo Harry con mucha dificultad, estaba demasiado ronco y hasta pasar saliva era doloroso-. Él y yo, pues, terminamos.

-¡Valgame! -la noticia tomó por sorpresa a Aless que aseguraba ya estaban mejor.

Tocaron la puerta, Aless abrió, era Marissa que llevaba una taza humeante en una charola de plata.

-Marissa, ¿puedes hacerte cargo? Iré abajo, a esperar al doctor Binicci.

-Sí, señor.

-Gracias.

Alessandro salió y cerró la puerta a sus espaldas.

Harry se había enderezado un poco con la ayuda de Marissa que había puesto una montaña de almohadas y cojines junto al respaldo de la cama para la comodidad del alfa.

-Ay, el señor Alessandro, todo lo quiere arreglar con ciencia, a caso no ve que esto no es ningún virus, sino más un asunto del corazón -balbuceó la mujer mientras acomodaba las almohadas.

-¿Cómo del corazón, Marissa? -preguntó Harry en italiano.

Marissa se sorprendió, creyó que Harry quizá no había escuchado o por al menos comprendido pues había hablado en italiano.

-No hay que ser un Einstein para darse cuenta de que lo que usted tiene es nada más y nada menos que un mal de amores. Tú corazón tiene lazo con el corazón de otra persona que ha intentado romper lo que a ustedes dos los une, te ha debilitado sin ver que él también será afectado.

-Pero él está en perfecta salud -decía Harry con aspereza.

-Cuando su corazón se dé cuenta de que no estás empezarán las complicaciones. No hay remedio o medicina que cure eso, deben hacerlo los corazones reconciliados.

Marissa se quedó junto a Harry en todo momento, llegó Alessandro con el médico, no había una buena explicación, le dio sólo analgésico y algo para la fiebre.

-En caso de que persistan las molestias no duden en buscarme -dijo el médico antes de retirarse.

-Se lo dije -comentó Marissa mientras entraba con la cena a la habitación de Harry-. No hay ningún virus en tu sistema, nada malo contigo y el médico lo sabe.

-Quizá tengas razón, ya van dos pastillas y no siento mejoría alguna -Harry seguía ronco.

Alessandro había llevado personalmente al médico de vuelta a la Villa y ahí aprovechó para llamar a Louis.

-¿Hola? -se escuchó una voz femenina.

-Sí, soy Alessandro Michael ¿podría hablar con Louis Tomlinson? Por favor.

-Louis no se encuentra por el momento.

-¿Con quién tengo el gusto?

-Con Danielle.

-¿Danielle Campbell?

-Sí, ¿pasa algo?

-Bueno, lo que pasa es que Harry está un poco enfermo de la garganta y pues quería avisar a Louis para que se prepare.

-Ah, bien, gracias, espero Harry mejore y, otra cosa, antes de colgar ¿podría darme un número para poder contactar con Harry?

-Sí ¿tiene dónde anotar?

-Sí, aquí tengo.

-Bien, es al...

Alessandro hace tiempo que había cancelado la línea telefónica que tenía en la finca pero de nuevo debía instalarla, por si Harry o algún otro necesita atención médica.
















No diré nada más que le voy a dar drama a esta historia, aún no van a estar juntos, Louis aún no deja su empleo, pero no se desesperen ni odien tanto a Louis

Our Little SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora