XXIX. Pick me

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Harry pasó una agradable tarde, ahora se encontraba tomando el té con Marissa en la cocina.

-Que bueno que hayas descansado -le dijo Marissa en italiano, todas sus conversaciones eran en ese idioma.

-Sí, fue tan raro, de pronto me dio una profunda sensación de calma y hace mucho que no la sentía, me dejé llevar y me relajé tanto que quedé sobre la mesa -tomó de su taza.

-Tuvieron que llevarte a peso entre Elio, Carlos, Emile; pesas mucho a pesar de lo delgado que estás -agregó más azúcar a su taza y bebió.

-Era tan profundo el sueño que no sentí que me movieran y después me despertó una adrenalina tremenda y me vinieron miles de diseños a la cabeza, por un momento sentí aquella energía tan irreal y eso sigue siendo tan raro para mí -hablaba Harry tan maravillado.

Marissa solo lo vio y sonrió.

-Yo sé la razón -dijo la beta.

-Vale, dímelo -contestó ansioso.

-Tu pareja -sonrió.

-¿Mi pareja? ¿Cómo? -Harry estaba confundido y de pronto se le vino un recuerdo: era el rostro de Louis al amanecer entre sus sábanas blancas impregnadas de su suave olor.

Marissa lo dejó sumirse en el recuerdo pero al estar al borde de las lágrimas lo interrumpió.

-Después de todo comparten un lazo, están conectados, él tuvo momentos de calma que sin intención se te transmitieron, al igual la adrenalina de dar un gran show también te hizo despertar -la mujer era tan sabia en lo que decía.

Harry lo pensó por un momento.

-¿Cómo lo sabes?

-Tengo una sobrina, es fan de Louis, estuvo en el concierto de anoche, se lo contó a su madre, mi hermana, y que me ha llamado esta mañana para decírmelo. No por nada te pasan las cosas o a él, están unidos y depende de cómo se sienta uno influye en el sentir del otro o, a caso, ¿no me dijiste que sentías su embarazo?

Harry meditó, unos segundo, después miró a Marissa y le sonrió.

-Vale, ya no te quito más tus hross de sueño -dijo Harry levantándose de la mesa y viendo el reloj en la pared, cuarto para las once.

-Lo mismo digo, Harry, buenas noches -Marissa tomó las tazas, tetera y platos para ponerlos en una bandeja y llevarlos al fregadero.

-Buenas noches, gracias por el té.

Marissa asintió, después Harry se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia las escaleras.

En el trayecto a su habitación se quedó pensando en lo que la mujer le había dicho, mas sus pensamientos fueron interrumpidos.

-¿Camille? -preguntó Harry al ver a la mencionada afuera de su habitación.

-¡Ah! Harry -se volteó sorprendida cuál chiquilla a la que le descubrieron en plena travesura-. Justo estaba por tocar tu puerta.

-¿Qué pasa? Estaba en la cocina -le dijo alzando una ceja y cruzando sus brazos.

Camille lo vio de abajo hacia arriba y mordió ligeramente su labio inferior.

-Yo quería felicitarte también, por tu esfuerzo -la omega de acercó y lo abrazó.

Harry bajó sus brazos y la abrazó.

-Buenas noches, Harry -dijo Camille aún aferrada al torso del alfa inhalando profundamente su olor.

-Buenas noches, Camille -Harry la apartó delicadamente.

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