Vida de esclava 3

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La iba a matar, si la oportunidad se le presentaba, Gabriela no dudaría en enrollar el látigo en el cuello de Maribel y matarla.

La esposa del general so ne metía con ella, pero lo hacía con su madre. La insultaba, la hacía menos, más del debido, y los castigos eran desproporcionados e injusto.

La mujer no se metía con ella, prefería lastimarla psicologícamente a través de su mamá y le funcionaba.

Por otra parte Gomez solo movía un dedo si se trataba de ella, pero no de su mamá.

La niña de 12 años tomó el agua, algo de alcohol que había podido sacar de la casa gracias a su estatus y rompió uno de sus vestidos para usar como gaza.

Empezó entonces a limpiar con cuidado y delicadeza la espalda aún herida de su madre, víctima de latigazos que le impedían dormir y trabajar bien.

La joven mulata depósito algo del desinfectante y la mujer dio un respingo.

-Lo siento.

-Tranquila mi pequeñita, voy a estar bien, siempre lo estoy.

Le reconforto su madre mientras se giraba y acariciaba sus mejillas.

-¡¿Porqué no nos ayuda?!

Dijo la niña llorando.

-Lo hace.

La mujer alzo sus brazos señalando la choza y sus alrededores con objetos que un esclavo jamás se podría soñar.

-No hablo de esto mamá.

Grito furiosa la niña tomando una botella de perfume que Gomez le había dado hace unos días atrás, la apretó entre sus manos y la tiró con fuerza rompiendola, la exquisita fragancia regó inundando sus fosas nasales.

-¿A que pretendes aspirar Gabriela?

Dijo su madre sería y dedicándole esa postura de dama encantada.

-A ser más.

-Pero no podemos ser más, esta es la triste y miserable vida que nos tocó vivir, sobre todo...

-¡Sobre todo!

Refunfuño la joven alterada.

-Sobre todo porque somos esclavas.

-¡O es por mi estatus de bastarda!

Ya hace mucho que su madre le confesó la verdad a su hija y le explico porque todos esos privilegios, regalos y ataques por parte de la familia Gomez.

La niña se creía fortunada por esos lujos que le daban, pero ahora entendía que eran migajas, miserias que le obsequiaba su padre por la vergüenza y obligación que tenía hacia ella como su hija.

-Dejalo mi niña, no hay nada que puedas hacer.

Gabriela se resigno y terminó de medicar a su madre, por último rezaron y cayeron en la vigía de la noche.

Era la temporada de las cosechas, las esclavas recolectaban mientras que los hombres limpiaban y araban la tierra para la siguiente temporada.

Gabriela con los años no se había vuelto más acomedida, su nivel laboral estaba estancado, y se tuviera un registró de productividad como el de los demas esclavos no hubiera sobrevivido.

Sin embargó su privilegio de hija ilegítima la convertía en una celebridad entre los miserables. Un derecho del cual se aprovechaba y no tenía pena en usar.

El sol era abrazador, muchos estaban sedientos y los ancianos ya no podían más estando a punto de desmayarse.

No soporto más y abandonó el trabajo yendo al lago a refrescarse, no sin antes tomar algo de fruta y mucha agua que llevo a su mamá.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora