Capítulo 10._ Confesiones

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Sebastián:

Dicen que los sueños reflejan el subconsciente de una persona y las pesadillas sus temores más profundos. Para Sebastián aquel era uno de ellos, el ver a su madre arrastrada a los campos santos en un arrebato de ira descontrolada de su padre.

No podía decirse que dormia plácidamente en las noches, fue expulsado violentamente de su vigía al llegar a sus tímpanos los gritos de sus padres, tan nítidos y repetitivos como la primeriza vez que los oyó a sus 4 años sin entender completamente la rabia de su progenitor, solo se dedicaba a llorar cual niño era endureciendo más la ira del Valenciano.

Sufría escuchando a su madre defenderse de acusaciones estúpidas e inventadas, odiaba oir a su padre bramar contra la mujer improperios injustos, de nada le servia intervenir en la ajena discusión.

La primera vez que lo hizo a sus seis años recibió una bofetada de su padre interviniendo su madre y empeorando las cosas, recordó después de aquello como su mama con los ojos negros y los cabellos descompuestos lo aplastaba a su seno alentandolo en esperanza.

Era terrible pensar que Sebastián se acostumbro a escuchar y soportar los abusos de su padre, dolía pensar que era mejor no intervenir que intervenir en el pleito conyugal.

De intervenir resultaba golpeado el también y su madre concluiria peor, ademas psicologicamente dejaría mal a Helena en el verlo maltratado por su papá.

Tiempo atrás dejo de llorar colmando de odio su corazon a su progenitor por su resaltante carácter egoísta, en la penumbra de su cuarto dedicó a tragar la rabia al escuchar las vividas peleas, aquella noche no era la excepción, oprimia las sabanas apretando sus dientes, todo habría sido idéntico de ser que sus agudos tímpanos escucharon esas pisadas.

Dio un sobresalto, le estaba raro oir alguien caminar en aquel piso en el cual solo podian pernoctar ellos, el intruso que agiraba en ese momento estaría en problemas ya sea con su padre y con el por irrumpir.

Salio de sus aposentos enfocando sus ojos en ella, enojo violentamente al verla agirarse y a punto de entrar al cuarto de sus padres; aquella omisión desencadenaria un disgusto colosal, corrió frenando su acto.

-¡Vete de aquí!-

Susurró entre dientes ante los gritos cada vez más sonoros.

-Pero.-

-Vete.-

Reitero nuevamente el muchacho más esta vez levanto su tono.

-Acaso no escuchas, como podría...-

Cansado de su desobediencia agarró la muñeca de esta arrastrandola a su cuarto, la india se oponía jalando su ser en un tentativo de soltarse.

-Sueltame ¿Qué haces?-

Dentro se su habitación dejo ir a la sirvienta clavando su mirada a la de ella.

-Rubén entiendeme, por favor.-

Berrio la mujer agobiada seguido de un insulto y una sonora bofetada. Tiritio estrujando sus ojos, inclino por la acción dejando escapar un lamento.

-Lo siento.-

-Ehhh.-

-Vine atraida hasta aquí por los gritos que llegaron hasta mi cuarto, preocupada llegue a éste piso orientada por los lamentós creyendo que alguien necesitaba ayuda y no me equivoque.-

Sebastian esquivo aferro sus hombros aplastando sus palmas en éstos.

-Todos saben que cuando se escuchan los gritos debéis alejaros de aquí. ¿Como piensas ayudarla?

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora