Capítulo 21._ No olvidar

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Sebastián:

A un determinado punto de la naciente noche el muchacho de ojos verdes dejó la conmoción de aquello que había presenciado en la tarde, era inútil perderse en la auto conmiseración y el recuerdo.

¡No hizo nada!

¿Tal vez pudo intervenir?

¡¿O era algo que tenía que suceder?¡

En fin, lo hecho estaba hecho y no se podía tornar atrás. Registro en su armario las mejores vestes que guardaba para ocasiones solemnes. Busco en lo profundo de sus hábitos hayando dentro a una caja las prendas regaladas por uno de sus conocidos.

Un traje corto andaluz verde, de chaleco ajustado al pecho, de escote muy pronunciado, una chaqueta de cuello a tirilla de manga a botones con elementos taurinos. Un pantalón de talle muy alto por encima de la cintura, el todo acompañado por una camisa blanca decorada con una chorrea.

Aquel completo era el regalo de Xavier, alguien con quién divertía intercambiar anécdotas cada que lo encontraba, aquel muchacho de negros cabellos, nariz griega y vividos ojos chocolate. De piel ligeramente tostada y una altura promedio, era alguien muy sociable.

Lo había conocido por puro caso cuando fue a visitar a padre Lucio, educadamente espero al ver que el sacerdote estaba ocupado, pensó en esperar a que concluyeran, pero el cura lo invito a unirse a la plática mientras retiraba de momento.

Una cosa llevo a la otra y cuando menos se lo espero se encontraba en una amena plática de política, sociedad y economía. Temas que disfrutaba y ese día encontró una persona con sus mismos intereses y gustos.

Las pláticas no acabaron allí y el joven lo invito a seguir conociéndose ya que ambos tenían más gustos en común, Sebastián encantado accedio.

-Que mal educación de mi parte. Me llamo Xavier Vitela.-

Saludo el chico extendiendo su mano al castaño, el de ojos verdes recambio el saludo.

-Yo me llamo Sebastián... Sebastián Castellanos.-

Y en ese momento las neuronas de los jóvenes conectaron.

-¡¿Dijiste Vitela?¡-

-¡¿Dijiste Castellanos.-

Exclamaron ambos muchachos al saber quién tenían delante, a continuación callaron no sabiendo que decir. Se miraban una respuesta o Intervento que no arribaria.

-Mira, yo no te conozco y tú a mi. Pero me pareces simpático y dejando de lado lo que tu padre piense de mi família y la mia de tu padre.

Concedeme el gusto de conocernos, padre Lucio me ha hablado mucho de vos.-

Expresó el de ojos chocolate mostrando un amplio sonriso ligeramente amarillo, Sebastián estrecho su mano de vuelta.

-Me alegra ver que ya están haciendo amistad, se llevarán muy bien.-

Compuso el ya venerable sacerdote en dirección a los muchachos, esa misma tarde compartieron tiempo de calidad, como Sebastián jamás pasaba.

Curvo sus labios al cielo con los ropajes en sus dedos, finalizó de vestir orientándose a la melodía emanada por los violines, cornos, trombón, trompetas, tuba y bajos.

Aquello era esplendor en su máxima expresión, debía admitirlo, no obstante Gomara fuera una metida, aceptaba que sabía lo que hacía.

Bajo las gradas relajando cada tendon ante las notas musicales, uno que otro invitado estaría por llegar, probablemente la mayoría estuviera en las misas o procesiones antes de hacer acto de presencia.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora