Capítulo 7._ Servitud

529 41 42
                                    

Sebastián:

El cacareo sonoro del gallo lo arrebató de su vigia, irguio tallando sus ojos conforme un bostezo escapo de su boca. En la intimidad de su habitación no procuro cubrir su boca con su palma más por autoreflejo llevo la mano a sus labios.

Acarició su frente moviendo sus cabellos con los dedos, levanto apreciando como la escasa luz del nuevo día inundaba todo con una connotación tan bella que podía verla por otras mil veces sin aburrirse.

Entro al cuarto de baño, hermosa porcelana celeste cubrían mitad de las paredes verticales y la baldosa blanquecina con diseños romboides completaban el pavimento, un retrete de porcelana inglés encontraba no muy lejano del lavamanos siempre de ceramica incrustado en un aparador de marmol chocolate.

Escasa agua cayo de la llave, por si sucedía aquéllo y la red de tuberías fallaba guardaba agua en un recipiente oval de aluminio, río por lo bajo cuando siendo apenas un crió recordo la cara de su padre a el arquitecto pasarle la ingente factura sobre la remuneración de las tuberías, sin duda fue un gran gasto para su familia.

Era en aquellas ocasiones que agradecía el haber nacido en una familia bien estante, las personas ricas como el en aquel entonces podían permitirse tener un higiene más sana sin escatimar en gastos, los pobres debían compartir letrinas o hacer sus necesidades en lugares incómodos y repugnantes, lavándose en el río o con aguas casi estancadas que reservaban en cisternas.

Por su parte el poseía una bañera mediana blanquecina, ahora el agua llegaba por las tuberías y sus desechos desaparecían por el retrete al tirar de la cadena en las cloacas profundas. Abrió el anaquel lleno de lociones y perfumes de oltre mar, unto la espuma de barba en su barbilla teniendo mucho cuidado de no lastimarme con la filoza lama, limpio su rostro pulendo sus ojos y mejillas, regresó a su cuarto endosando sus hábitos habituales.

Preparado bajo a encontrarse con sus padres en el desayuno, repasó a mente lo que debía comprar, deseaba terminar cuanto antes su trabajo huyendo lo más que podía de su familia, sobre todo su padre.

Achik :

-¡¿Entiendes?!-

Le Refirió Gabriela de mala gana arreglando el mandil floreado sobre la mesa de mármol paralelamente llegaban varias esclavas con charolas, tazas, teteras y utensilios de plata colocándolos meticulosamente sobre la mesa en tres ángulos diversos no muy lejanos de ellos.

-En cuanto los señores lleguen tu deber es servirlos, llenar sus tazas y portar los panes, frutas o galletas que se preparan en la cocina. En ningún momento puedes alejarte o emitir palabra, como una estatua mantente firme y callada y solo una vez que ellos hayan terminado y se levanten podrás recoger y volver a tus quiaseres.

-Siente honrada India.-

Escucharon a Fernanda la cual arrivo mirando la mesa, soltó un suspiro reposiciónando algunas posadas en la tabla de manera casi elegante.

-Ya ni me enojo, es inútil que les repita cómo colocar exactamente los utensilios, de todos modos parias como ustedes jamás podrán disfrutar de un estilo de vida tan noble y sofisticado como el de los señores y por ellos no pueden aprender.-

Declamó ella altaneramente con los ojos cerrados a la par que Gabriela y Achik la oteaban molestas.

-Es extraño, yo.....-

La detuvo un pellizco en la palma infligido por Gabriela, aquello hizo que se callara, de soslayo miro molesta a la mulata la cual acomodaba las mangas de su uniforme.

-No tengo tiempo para tus quejas, limpia los baños de la villa en cuanto termines de servir a los señores, pídele a cualquier esclava que te muestre donde están, y tu Gabriela hay muchas sabanas que deben ser planchadas y dobladas.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora