No era lo que deseaba

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Cómo todos en el mundo Helena poseía y escondía secretos, en particular tenía uno que su esposo conocía muy bien pero del cual hacía mención rara vez en la intimidad de su habitación. Cuando este estaba de malas y era consumido por la irá desquitandose con ella.

Ciertamente una mujer como ella no pasaba desapercibida, irradiaba una hermosa belleza más que cualquier otra femina en la ciudad, sus hermosos rizos rubio ceniza brillaban en las soleadas mañanas cuál fuego ardiente.

Su piel se habia tostado ligeramente por los años en aquella ciudad tropical, más, aún conservaba su blanco leche y en fin esos ojos azules cielo tan profundos que heredó su hijo Eduardo.

El legado familiar de Helena Lapoix era tan profundo como el tiempo mismo, era española por derecho de nacimiento en la península, pero su linaje era galico y su sangre azul.

Regresando en los oceanos de tiempo, sus abuelos eran nobles emigrados franceses caídos en desgracia, que por una banalidad del destinó les fue dada la gracia de amasar una nueva fortuna, su mismísima majestad, el rey de España les dono parte de los terrenos en los cuales ella habita ahora.

A cambio de ayudar a gestionar los ingresos e ir a vivir en aquellas tierras lejanas y desconocidas, cosa en la cual su abuelo Jacque Lapoix era un genio, una de las personas más inteligentes de su reino, y fue eso a llamar la atención de los peninsulares.

Encontrándose en la necesidad, estos no lo pensaron dos veces antes de decir "si" y abandonar lo poco que les quedaba envarcandose al nuevo mundo, llegando a las desconocidas tierras que jamás creyeron pisar.
    
Los largos terrenos fértiles recibidos por el rey era más de lo que pensaron, sonrieron tras ver la gran tierra recibida, incluso les fue dado una decena de esclavos para servirlos.

En aquellos años la hacienda era desprovista de la hermosa villa que ahora yace en tiempos actuales, en su lugar irguia una casa decadente de madera y muy astillada por culpa de las polillas y el tiempo.

Era imposible vivir en aquel lugar, almenos para ellos ricos nobles galicos acostumbrados a arquitecturas finas y de belleza excesiva, pero debían soportar la miseria temporal si querían regresar a su tenor de vida lujoso.

Pasaron meses en los cuales no lograban acostumbrarse en esas tierras ajenas a ellos, semanas en las cuales deseaban correr lejos y volver a su patria Francesa y días cuando llegaba el oro y plata festejando el regresar a esa opulencia pérdida.

Se hicieron conocer en esos años por las otras familias, ella una hermosa mujer de cabellos rojizos castaños y hermosos ojos azules eléctricos caminaba por las calles exibiendo su ropa francesa y belleza parisina; el, su consorte y único amor. Un hombre elegante y galan, no tan alto, apenas y rosaba el metro sesenta.

Portaba sus cabellos rubios oro recogidos en una cola de caballo muy larga y trenzada, vestido en habitos azulados se distinguía con esos ojos verdes claro, por aquel porte tan ariano y su forma tan extravagante entendían que no eran españoles, pero se hicieron con la simpatia de la gente pese a ser francos.

Al transcurrir el primer año en la colonia recibiendo un buen compenso por su trabajó, decidieron más por necesidad que patriotismo hechar raíces. Sin embargo no pensaban un momento más hábitar aún en aquella casa decadente.

De conocimientos amplios,  contactaron con uno de los mejores arquitectos que conocían ofreciendo un grato compenso a cambio de construir una hermosa regia como la de Versalles, de la cual fueron hechados no apenas quedaron sin un franco.

A la llegada del arquitecto inquirieron por una obra majestuosa digna de todo noble, el arquitecto estaba a conocimiento de los gustos extravagantes de los nobles, el todo mezclado a sus conocimientos y buenos gustos, proyecto para ellos los planos de la villa que acogerian a su descendencia.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora