Capítulo 25._ Sin posibilidad

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Achik:

Afortunadamente no tenía el uniforme puesto, aquellos terribles dolores en el vientre solo podía significar una única cosa.

Su madre le había relatado los males que llegan con la fertilidad, el terrible sangrado que convierte a las niñas en mujeres y simboliza el inicio de una nueva etapa.

Esperaba ese día con ansías, pese a los dolores que le relataron sufriría, pensó en una exageración. Más ahora lo daba por hecho y sentado, era una tortura.

Su aflicción comenzó en la mañana del día anterior, le costaba trabajar y en un comienzo pensó en un malestar estomacal. Pero el dolor no menguaba y no fue hasta ese momento que comprendió.

Cuando la sangre cayó por sus piernas y el dolor como por arte de magia descendió, la suerte quiso que llevara sus vestes y no el uniforme.

El desagrado fue grande, marchó de la mansión en dirección al río. Para su desgracia no estaba vacío y varios esclavos masculinos encontraban bañándose.

Por el pudor y vergüenza retiro de alli, se alejaba en silencia cuando sintió ser ligeramente empujada hacia adelante, seguido por un rápido chasquido similar a una carcajada.

De sus labios escapó un grito, volteando con rapidez arrojo su palma abierta. La persona causante de la confusión, retrocedió sin ser del todo rápida, siendo arañado en su mejilla.

-Lo lamento.

Disculpa Ricardo, acariciado su mejilla de la cual colaba un puntito de sangre.

-Fue muy infantil de mi parte, mi actuar.

-La que lo siente soy yo, lamento tanto...venia al río porque.

-¡Por Saba! Tu estas sangrando.

Señalo el africano a la adolescente. Sus mejillas ardieron deseando que la misma tierra se la tragara.

-¿Que te paso?

Interrogo el Ricardo, mostrando mucha preocupación por su bienestar. Algo se removió en ella al ver su expresión ansiosa.

-No es nada grave, solo soy fértil ahora.

El joven torció su mirada, claramente no entendía.

-Todas las mujeres sangramos, es el don que la naturaleza nos dio.

-A mi me parece una maldición, sangrar es algo malo. Te duele, deja cicatrices y debilita el cuerpo.

-Tal vez, es doloroso y agotador. Pero me recuerda que soy una mujer, de lo que puedo ser capaz. Y sobre todo, puedo dar vida.

-Todos pueden hacer eso, yo doy vida a las plantas cada estación. No es algo tan irrelevante. A nuestra manera todos somos capaces de donar el vivir.

Mi padre me dijo que mi madre me permitió llegar, pero gracias a él pude sobrevivir. Creo que es verdad lo que se dice de ti, piensas como los blancos.

-Tu ignorancia ciega tu juicio, no te culpo. Creo que ciertas cosas no debería  decirlas, o tal vez se demasiado para una persona de mi estatus.

Mi saber ha hecho que gane la antipatía de todos los esclavos, jamás pense que el saber me daría la soledad, es por ello que muchos aman la ignorancia.

-Deja de hablar así, te pareces a los señores. Y no todos te odian, a mi me agradas.

Deletreo el joven, regalándole una sonrisa de oreja a oreja acompañado por un brillo majestuoso en sus ojos chocolates.

-Y si lo deseas, puedo mostrarte bellos lugares que esconde esta prisión.

Recalco el joven esclavo en una frase tan poética y a la vez cargada de frustración y tristeza. Haciendo caso omiso a la mancha en su larga falda, lo siguió por los rincones donde la condujo Ricardo.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora