Episodio 1._ El joven gentil

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El deshidratante y fuerte sol de la nueva granada era insoportable, mujeres vanidosas paseaban por las piedrosas calles jactandose de su alto estatus social resaltando sus costosos vestidos de seda y joyas colgando de sus pulcros cuellos, algunas otros exhibían sus gravosas pertenencias en medio a la calle deseando provocar envidia en los pasantes.

Allí se encontraba ella, desorientada y algo descalza avanzaba por las calles sin preocuparse de arrastrar sus humildes arapos envueltas en un enorme saco de tela agujereado.

Sus ropas actuales a mala pena cubrían su ser, llenas de barro y moho por los dias de caminata. De físico delicado y un esbelto cuerpo, ella era poco más que una adolescente.

Jamás creyó tener que sobrevivir en las ciudades, había transcurrido los primeros 14 años de vida en los bosques junto a su tribu. La ciudad era un tabú y en limitadas ocasiones adentro en esta.

Olores deliciosos inundaban sus fosas nasales, desconocía la mayoría y aunque si algunos provocaban hambre, otros la embriagaban por sus exquisitos aromas y otros despertaban repugnancia.

Proseguía con su caminata distraída pero muy atenta a esquivar a los pasantes, tenía suficiente con las miradas de repulsión, curiosas y asesinas que yacían en las orbes de la mayoría de cruzantes.

Bastaria un ligero choque con la persona equivocada y acabaría encerrada, golpeada o peor aún. La vida en las colonias no era sencilla, mas para una indigena como ella que conocía casi nada de la sociedad española. Retenia tan solo el verde añil de los bosques y la imensa tierra polvosa bajo sus siempre descalzos pies.

Era todo un mundo por descubrir ahora que yacía sola, sin la mano de su posente padre quien no la soltaba jamás en los efímeros momentos que debieron entrar en la colonial ciudad que ahora era un recuerdo, tropezó con una piedra siendo arrojada por la inercia a la tierra, mas gracias a sus reflejos no cayó avanzando su senda.

¿Qué hacía ella allí?

¿Qué buscaba?

¿Porqué estaba sola?

Eran interrogantes que tenían una dolorosa respuesta, preguntas que deseaba olvidar y no rememorar. Firmé y decidida siguió ignorando a los pasantes, tiritio ligeramente ante el rebusnar de un cabello e imitó a los demas cuando un carruaje detuvo su avanzar.

Con miradas atentas leía los nombres de tiendas y negocios mezclando todo a su desmesurada lógica intentando encontrar la vía que buscaba. El sacerdote que la educo en la doctrina cristiana le habló sobre nobles y ricas família que buscaban servitud.

El hombre sabía que con lo acomedida y trabajadora de su persona no tendría problemas en hacerse contratar, pero también temía que por su carácter terco e independiente pudieran pasar de ella, Achik esperaba en encontrar un trabajo lo antes posible. 

Llevaba dias vagando por senderos piedrosos, comiendo lo que podia, encontraba y tenia, durmia a la interperie o en cuevas polvorientas y frias con el miedo constante de ser asaltada o peor.

Seguía sin poder orientarse y perdía la paciencia, escuchó a la lejania la campana de la enorme catedral desesperandose, era la tercera vez que tintirineaba desde que puso pie en la localidad y no conseguía dar con su busqueda, deseaba preguntar algun pasante pero temía ser insultada y a su vez insultar.

El hambre la invadió extrayendo una roja manzana amacada y descolorida de su saco, apartó de la vista indiscreta entrando en un callejon mordiendola con gusto, saboreo la dulzura de la fruta antes de percatarse ser obsevada por dos niños no mayores de 6 años, con ojos saltones encajaban sus orbes en la fruta.

Uno no tenía camisa y la otro parecía caerse, se miraban muy desnutridos y la suciedad comia sus cuerpos. Sin pensárselo dos veces extrajo cuatro bananas de aquel saquillo y las ofreció. Como ardilla la pequeña niña aferro las frutas regresando con su hermano, los pequeños corrieron lejos.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora