Capítulo 29._ Vinculos

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Sebastián:

Por fin había llegado el día tan ansiado. Había preparado con meticulosidad sus argumentos y tenía todo lo necesario.

Algo de ansia le había venido, como sería realmente aquel hombre y que querría de el.

Había meditado mucho en los últimos días y llegado a más de una conclusión, pero no obstante todo, era una gran oportunidad y no la dejaría escapar.

Su padre no había hecho más que atormentarlo sobre que comportamiento usar, que reverencia hacer y que no hacer.

Estaba cansado y bastante enojado con Rubén, en unos días le había prestado más atención por una letra, que como papá en toda su niñez.

No obstante, disfrutaba esa atención; aunque falsa, a su persona. Su hermano fingía no importarle, pero podía oler su envidia y rabia a kilómetros por el invito que el tubo.

Esclavos llevaron los baúles con sus cosas hasta el carruaje, Achik se encontraba con su uniforme y una bolsa vieja y manchada a sus pies.

Sebastián pidió que colocaran esos humildes arapos junto a sus cosas, el cochero quiso protestar, pero se calló y obedeció.

-Tendrás el honor de viajar en nuestro carruaje India, un privilegio que una clase baja jamás podrá tener.

Se jactó el rubio mirándola de arriba abajo. Pese a su aire de superioridad se mostró algo coqueto.

Pero ella no lo noto, cosa muy distinta a Sebatian quien frunció más el seño, pero no avanzo a pelear ya que llegaron sus padres para despedirlo.

-Buena suerte hijo mío.

Su madre lo besó en las mejillas y abrazo.

-No nos hagas quedar en ridículo. Si manchas nuestro nombre, dejaré de tener dos hijos.

Sentencio Rubén cruzándose de brazos.

-Hasta luego madre...padre...hermano.

Despidió progresivamente, se sentía humillado por esas palabras de su papá y quería huir lejos de allí lo antes posible.

Achik recibió una que otra advertencia, pero ella se mostró tranquila y despidió de sus patrones subiendo con dificultad al carruaje, Sebastián tubo que ayudarla, algo que no le disgustó.

Los caballos relincharon y partieron. Para el fue un viaje repetitivo, pero la expresión en la cara de la indigena era un poema.

Sonreía y no despegaba sus ojos de las ventanas; cual niña que prueba un caramelo por primera vez.

-¿Estas bien?

-No lo sé, siento un cosquilleo en mi estómago. Pero es placentero, no duele.

-Si, comprendo esa emoción.

Río el, ella le devolvió la sonrisa y siguió con sus ojos pegados en la ventana.

En lo que transcurrieron las siguientes horas no hablaron, pero al castaño solo le bastaba con ver la figura y facciones de la joven para pasar un buen momento.

Sin duda alguna la chica cuidaba bien de su higiene por como lucían sus cabellos y piel. Aunque sutil; lavaba la ropa muy frecuente y cuidaba en lo que podía de su apariencia.

Virtudes iguales a las suyas, esto solo hacia que su atracción creciera más. Estaba muy mal, mirarla demasiado como lo hacía, pero no podía evitarlo.

Era la primera vez que experimentaba ese sentimiento, como una rara obsesión, como una mosca a la miel.

La presencia de la fémina lo había relajado, se sentía más confiado y tranquilo ahora.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora