Capítulo 6._ Entre esclavos

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Extensos campos de terreno cultivados cubrían la via por la cual caminaba en compañia de su nueva amiga, en completo silencio avanzaban hasta que arrivaron a una choza, o eso parecía. Hecha de tablas y paja que simulaban un techo; podían verse por las fisuras personas que dormían.

Entro en esta escuchando suspiros de varias mujeres que descansaban sobre saquillos o en tablas recubiertas por heno, todas en aquella cabaña eran feminas de su edad y descansaban sentadas o hablando, otras parecian hacer rituales con piedras y muñecas hechas de paja.

Algunas charlaban en castellano, otras entre una mezcla de español y una legua rara y unas muy pocas en un idioma desconocido como lo fue el español a ella antes de aprenderlo de los jesuitas.

La mayoría le eran desconocidas, caras familiares iban y venían de sus recuerdos hasta que las identifico, Aziza y Rahma sentadas cerca de la puerta, allí donde entra el aire y la poca luz en aquel día.

Camino hacia ellas ganándose la mirada de muchas en aquella cabaña, surgiendo las típicas preguntas cuando aparece alguien desconocido. Tras llegar saludo ambas quienes apenas se estaban despertando, tras el bostezo inicial devolvieron el saludo.

—¿Que haces aquí?

Pregunto Aziza en el ver a Achik dentro de la choza.

—No sabia donde ir y ella me trajo hasta ustedes, lamento si las molesto.

—¿Por qué?, pudiendo ir a la ciudad, recorrer las calles y ver las casas y personas desperdicias tu domingo así.

Protesto la joven.

—Aziza, ella como tu es nueva y no sabe nada de allí afuera, créeme que esta mejor dentro la hacienda que en las vías donde no es bien recibida.

Dijo la anciana a la joven negra, varias curiosas se habían reunido rodeando la nueva llegada.

—¿Es, ella la nueva doméstica?

—¡La conocen!

Preguntaron dos mujeres no mayores de veinte, ambas vestían hábitos desgastados, una tenia el cabello zambo estilo afro, y la otra ligeramente más pequeña de altura tenía el cabello peinado y recogido.

—Si, ella es la nueva domestica, la chica de la cual les hemos estado hablando.

—Doméstica, como la bastarda de Gabriela.

Profirió una de las tantas en esa grande choza.

—No la llames así.

Grito la anciana a las palabras de la otra.

—Porque la defiende sabia Rahma, es altanera y descortés. Ademas es eso, no. Más que una bastarda rechazada por los blancos y también por n...

—No es su culpa ser mulata.

—Y tampoco imaginó sea su culpa su actitud, a muchas de nosotras cae muy mal. Y tu Rosa, ¿Porque trajiste aquí a esta india?

—Tengo un nombre, me llamo Achik y vine de visita.

Respondió la indígena a la mentada, estuvo a punto de soltar improperios, pero frenó siluetas lengua no deseando ofender.

—Dejen de pelear, gracias bonita por este detalle. Pero este no es un buen lugar para estar, Aziza llévala por los campos, muéstrale un poco la hacienda mientras las demás despiertan.

La susodicha hizo como le fue pedido, pasto y arboles frutales decoraban parte del camino, recogieron unas cuantas frutas algo podridas desayunando y calmando el hambre de sus estomagos. A unos pasos de los grandes robles yacia otra choza de la cual a metros oían ronquidos fuerte.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora