CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)

Capítulo 26._ Errado

Eduardo :

La noticia cayó sobre los presentes, como el retumbar de un rayo sobre la tierra. Temor y miedo era lo que se apreciaba en las orbes del joven.

-¿Y qui...quién? Será mi futura cónyuge.

Interrogo el rubio con un temor casi imperceptible en el tono de su voz, temia que su padre lo casara con una de las hijas de Velasco o alguna joven poco agraciada.

-Lo medite mucho, los Velasco tendrán el oro y el moro. Pero me desagrada la pretensión que muestran, no tienen nada que ver como una familia humilde y pura como la nuestra.

Sebastian mordió su lengua, no quería decir de más en un momento tan importante como ese.

-Te casarás con la hija de mi buen amigo Gomez, la hermosa Isabel se convertirá en tu mujer y finalmente seremos uno gran familia.

Exclamó su padre emocionado, algo que no sorprendió del todo a los presentes. Pero de todas formas impacataba por la decisión del patriarca.

-Amado mío, ¿Estás seguro de tu decisión?

Pregunto la rubia a su esposo.

-Estoy más seguro que el día de nuestra boda.

Soltó despreciable como era el hombre, los ojos azules de Helena aguaron pero  no derramó lágrimas, parecía que la crueldad de su esposa comenzaba a dejarla sin cuidado.

-¿Y cuando será mi boda?

Interrogo algo más tranquilo, no le desagradaba del todo la idea, ahora.

-En unos seis meses, lo suficiente para que Gomara regrese de sus asuntos con el Virrey y los Gomez puedan preparar a su hija para que sea una buena esposa devota y dedicada a su marido.

Eso último lo dijo sin dejar de mirar a su mujer, ella pareció querer reiterar. Pero la mano tensa de Sebastián hizo que callara y solo asintiera.

-Muy bien, lo dicho está hecho. Preparate Helena, hoy debo hablar con  nuestros encargados y asegurarme que la carga llegue toda a los barcos.

-¿Quieres venir, Eduardo? Te puede ayudar para que en futuro sepas llevar los negocios de nuestra familia.

-No padre, quiero entrenarme. Como el bravo soldado que soy.

Los padres se fueron, la cara del rubio mostró calma, pero no perdía la aflicción que tuvo durante todo el desayuno.

-De la que te salvaste.

Declamo su hermano menor en tono de burla y una ancha sonrisa.

-Tu callete, seguro que padre te hace casar con alguno de esos cerdos.

Grito el mayor golpeando con fuerza la mesa.

-Entonces eres idiota, papá odia a los Velasco, es mas; papa odia a todo el mundo.

Velasco tendría que darle todo España si un mañana quisiera que me convierta en el esposa de una de sus hijas.

-Eres un sucio criollo, no vales ni el lodo. Papá tendría que pagar una dote para lograr casarte.

-Este sucio criollo obtuvo la alabanza del Virrey, este sucio criollo tiene el conocimiento de los grandes hombres y la bendición de la santa madre iglesia.

Enserio que no te cansas de repetir lo mismo, de humillarte en algo que no te gusta y que acabará con tu vida.

Recriminó el menor, tal vez y solo tal vez,la discusión se estaba saliendo de las casillas.