Capítulo 22._ Malos trayectos

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Eduardo :

-¿Voltaire? ¿Newton? ¿Quienes eran ellos? Estaban en la boca de todos, faltaba poco para que los presentan se arrodillaran y juntaran sus manos en alabanza a esos hombres.

-¿Y usted que piensa? Señor Eduardo.-

Interrogó un hombre de aspecto y comportamiento poco varonil que no conocía, seguramente un acompañante de algún invitado de sus padres.

-No los conozco.-

Respondió muy seguro.

-Bestia.-

-Que inculto.-

-Que nos podíamos esperar de un hombre de armas.-

Musitaron esas personas afeminadas a su criterio, pero las palabras llegaron claras a sus oídos, sintió el impulso de correr detrás de ellos y ponerlos en su lugar. Pero no quería hacer una escena y más en la fiesta que su padre que con tanto orgullo organizó, además sabía que sólo afirmaria sus palabras.

Bebió del vino en su copa, el trago le pareció amargo por el ansia en su garganta. Busco a Gomara, pero esta seguía sin aparecer, le importaba poco saber dónde se metió la mujer ahora.

Pero, ya llevaba un buen tiempo que su hermano habia desaparecido también, y esto le estubo raro. De un extremo a otro de la sala busco a Sebastián sin rastros de este.

Abandono la animada pieza dirigido a los cuartos donde residian, no estaba escondido en su cuarto, de todos modos era absurdo de su parte pensar que como cuando eran niños. Su hermano menor escondiera a su cuarto cuando habia algo que no aprobaba o no queria, dio un rapido vistazo al interior de la recamara cerrando la puerta.

Volvio al recibidor, la melodia inundaba el ambinete, musica que era ahora opacada por las platicas. Su hermano seguia ausente, y no sentia ganas de quedarse a charlar con esas personas, sobre todo Román y su hermana, escabullo a la cocina, marcho por la puerta alli, una fresca brisca acaricio su rostro.

El sonido de un buho llamo su atencion, pero toda su razón fue captada por una risa femenina no muy lejana, con mucho sigilo recargo cerca de los florales apreciando la escena.

Vio a su hermano agarrado de la mano con esa india cuyo nombre no concebia recordar en ese instante, no sabia que estaban haciendo pero parecian llevarse bien. Despues de una larga platica los vio danzar, bailaban bien admitia, pero eso no le pintaba nada.

De verlo su padre, hecharia fuego y humo al contemplar tal escena osada de su hermano, si el objetivo de Sebastian era aquel que creía, dudaba mucho en sus capacidades de hombre y seductor.

Con ciertas mujeres bastan simples palabras o entregarles una miserable moneda a lo mucho, tenia que ser lo mismo para una india cualquiera. O puede que su hermano siendo un letrado inutil no supiera como encantar una femina.

Cansado de verlos bailar penso en interrumpirlos, pero los dejo tranquilos, en fin de cuentas poco le importaba la suerte de su hermano si su padre lo descubria.

Regreso a la cocina, la mulata allí presente recogia charolas muy malhumorada, cambio su expresion relajandose al verlo, la ignoro volviendo al recibidor.

A la distancia su padre en expresion seria parecia alterado, a su lado su madre agobiada intentaba calmarlo, cerca de ellos posicionaba un hombre que le parecio familiar. Camino hasta ellos, tan absortos en su discusion estaban que lo ignoraron.

-No recuerdo haberte invitado.-

-très bien! Si estoy aqui es por peticion del Virrey.

Jactó el hombre sonriendo enorgullecido.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora