Episodio 3._ La nueva domestica

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La luz del nuevo día colaba por la ventana iluminando el no tan pequeño cuarto ahora de su autonomía, era una sensación nueva para ella.

Aquel lecho sobre el cual reposaba su cuerpo era comodo y suave, diferente a los juncos, hojas y amacas en las que le tocaba dormir dentro al bosque, aleteo sus parpados poco a poco levantándose de la cama.

Bostezando caminó a la puerta de la habitación, tras abrirla hayo a Aziza con su mano hecha un puño apunto de tocar la puerta.

—Buenos días.

Saludo la africana.

—Buenos días.

Saludo Achik sonriente.

—Venía a comunicarte por orden de Fernanda cuáles seran tus labores, me los dijo todos a mi, y yo te explicaré ahora lo que tienes que hacer; Lo primero es tu uniforme.

Comunico la africana abriendo el ropero contiguo, dentro se encontraban seis trajes iguales de color marron opacos. También enaguas largas y un gorrito de color blanco, Aziza aferro uno de estos posandolo ante ella.

—Las domésticas usan esta ropa, por casualidad estos estaban aquí. Si necesitas ayuda dimelo, por lo que he visto son algo dificil de endosar.

Le respondió la de piel oscura, la mirada de Achik viajó por su cuerpo. Vestia una falda muy desgastada y  rota llena de polvo y grasas. Una camisa muy remendeda y descolorida llena de huecos.

—No creo que necesite ayuda y no me gustaría abusar de tu gentileza, muchas gracias.

Contestó élla mirando el nuevo hábito, la africana se marcho del cuarto, despojo de sus ropas guardando lo poco que tenía.

Casi desnuda y solo con un par de trapos cubriendo sus partes bajas inspecciono como vestirse, reviso la espalda y luego intento colocarselo por la parte baja sin éxito. Ante su tardanza Aziza entró ojeando como batallaba intentando entrar.

—¿Te ayudo?

Formuló de nuevo y recibiendo un quejido en respuesta.

—Primero desatas el lazo en la cintura, despues abres un poco más las enaguas rodeando tus hombros, lo deslizas por tus piernas y acomodamos las mangas.

Apretamos los lazos de la espalda y tiramos con fuerza, recogemos tu cabello...

A este punto ya se encontraba vestida, aquel tirón la dejó sin oxígeno. Aziza reacomodo su delantal ayudándole a posicionar sus cabellos por detras antes de ponerle el gorro de estofa.

—Lista, ahora vayamos antes que se haga tarde.

Ambas descendieron las escaleras con velocidad, admiro de nuevo la sala maravillandose una vez más.

—Lo primero es quitar el polvo de los anaqueles, armarios, bordes de paredes, incluso por mas pequeño que este sea debes pasar el plumero.

—¿Qué es el plumero?

—Esto.

Indicó colocando en sus manos un objeto largo con agrupaciones de plumas en la punta y un mango ancho en la base. Ante artículos domésticos ella era una completa ignorante y esperaba que la paciencia de la africana fuera un pozo profundo del cuál poder beber.

—Eso es lo principal.

Dijo angustiada la esclava corriendo de nuevo a los pasillos, para volver enseguida con un pedazo de pan maltratado.

—Comelo rápido, perdona que te lo ofrezca así pero casi no nos dan tiempo para desayunar.

Disculpo Aziza desapareciendo de su vista, dejándola sola con el plumero en la mano derecha y el pan en la izquierda. Inició limpiando los bordes a la vez que diminutas partículas de polvo caían, con velocidad y a la vez esmero desempolvaba.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora