Capítulo 16._ El hermano

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Sebastián :

Por pedido y súplica de su madre encontraba reunido dentro aquel carruaje, con mucha desgana oteaba el entorno ya conocido de la ciudad, sin embargó todo muto conforme avecinaban a los puertos.

En muy pocas ocasiones había ido a los puertos de Cartagena, casi siempre su padre en compañia de esclavos ocupaba de ir a retirar mercancía que el valenciano compraba, sin embargo en las diminutas ocasiones de su llegada no encontró apasionante como creyo ver los navíos en las aguas.

Descendieron a escasos metros del puerto. No tuvieron que esperar mucho, al bajar, en la lejanía pudieron apreciar aquel barco pronto al arribó. Su padre miraba con efusividad distinta a su persona mostrando sonrisas como nunca desvelaba.

De la enorme nave iniciaron a bajar pasajeros, la vista de su padre clavada en cada persona en busca de su hijo, rabia lo invadió al percatarse que esa no era la nave en la cual venía su primogénito.

-Tranquilo amado mio, seguramente no ha de tardar en llegar la próxima embarcación.

-De una a tres horas.

Soltó Sebastián intentando irritar a su padre. Ruben respiró ondo dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario.

Los minutos pasaron volviéndose horas, firme no movia de su postura cual estatua oteando el horizonte bajo un sol que podría matarlo, de nada servían las quejas de Sebastián y las súplicas de su mujer para que moviera en la sombra, el valenciano estaba firme en esperar.

Por su parte Helena y su hijo esperaban bajo la sombra de cajas acumuladas viendo el pasar de trabajadores, el muchacho tenía una sed inmensa, la mujer como podia usaba su abanico intentando no desfallecer por el hambre y deshidratación.

-Más vale que aquel imbécil se de prisa, incluso antes de aparecer ya esta causándome problemas.-

-¡Sebastián!-

-¿Que sucede madre?-

-No me gusta que hables asi de tu hermano. Le debes respetó por ser el mayor.-

-¡¿Respetó?! Yo jamás le mostraré respetó a alguien que durante gran parte de mi vida resaltó mi pertenencia a esta tierra, delatandome ante todos y haciendome sentir miserable bajo humillaciones físicas y psicológicas. Madre tu me asustas.-

-Pero hijito...tal vez ahora.-

-Ahora ya no soy tan idiota o un crio para dejarme engañar o caer en tetras mama, además creo que ya es hora, mira.-

Comunicó el castaño señalando el mar en el cual lentamente avecinaba un gran barco a la orilla y dentro de el se preparaba para lo que viniera con la llegada de su hermano.

Sabia que el no podía traerle nada bueno, aquel desagrado en su pecho era la viva prueba.

Eduardo:

Tras poner sus botas sobre el suelo granadience lo invadió una sensación de superioridad u algo similar al asco, el viento fuerte con olor agua salada lo mareaban, sonrió al ver a unos metros a su familia reunidos para recibirlos, su madre tan hermosa como siempre resplandecia bajo el sol vespertino, acerco besando sonoramenre la mejilla de la mujer quien lo abrazo soltando algunas lágrimas.

Despues de ello sus brazos por inercia abrazaron a su padre el cual parecia derretirse bajo sus manos tiritando de alegría mirando asombrado a su hijo.

-Mi hijo, mi hijo.-

Balbuceaba el hombre mirando a su primogénito vestido con aquel uniforme español, Eduardo pudo ver reflejado en esos ojos avellana orgullo, amor y su fiereza hacia el mezclado con una efusividad inmensa.

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora