Capítulo 13._ Odio o Envidia

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Sebastián :

Un huracán de emociones mezclado con un tempesta de ideas pasaban por su cabeza, la ira y miedo que asomaban en su pecho era paragonable al desagrado por la noticia que recibió minutos atras.

Furioso apretaba las sabanas tragando la ira que sentía, el llamar a la puerta lo obligó a drenar su atención en aquel momento.

-¿Puedo pasar?-

-Adelante mama.-

Colo su madre en su cuarto sentándose a su lado, no dijo nada en inicio dedicándose a apretar las manos de su retoño, tras comprobar en el tacto que la ira del muchacho habia bajado le hablo.

-Sebastián, por favor. El enojarse no resuelve nada, pese a sus diferencias deberías regocijarte por la buena nueva, tu hermano Eduardo esta bien y vendrá a casa después de tres años que partió a España al servicio de la corona de su majestad.-

-Estaba mas feliz fingiendo que no existía.-

-¡Sebastián! Ambos son mis hijos y me molesta mucho su actitud, os comportais como Prusianos y Bávaros, en que momento llegaron a odiarse.

-No te gustará la respuesta madre, te lo imploro, vete o diré algo que nos herira ambos.-

-No me importa, exijo saber.-

-No nos llevamos bien desde el día que llegue a éste mundo, desde el momento que tu decidiste que yo naciera en estas tierras y no en su peninsula.-

Respondió el de ojos verdes apagando la rabia de su madre y sostituyendola con tristeza y melancolía, la mujer no dijo nada. Alzo del lecho marchándose, a medio camino fue detenida por su hijo.

-¿Es que acaso piensas tragarte los insultos o soportar las críticas de los demás? Madre, querida madre. Debes reaccionar, deja de absorber la culpa o ser tan sumisa.-

Vocifero su hijo a ella sujetandola de las manos, frunció el ceño esperando que su madre reaccionara.

-Sebastián, tu padre me esta esperando.-

Contestó la mujer huyendo de el sonriente, dejándo a su hijo frio ante la actitud de muñeca de su progenitora.

? :

Entre las agitadas aguas del desconfinado oceano un enorme barco navegaba rumbo a su destino, como un noble hombre y además soldado era la esencia en persona de un guerrero, la mayoría de ricos prefería esconderse detrás de guardias pagadas de origen pobre y humilde dispuestos a sacrificar su vida por el miserable pago de aquellos hombres ricos.

Apoyado sobre el amacado barandal respiraba la atmósfera pesada del aire, sentía regurgitar la fruta devorada en la mañana, el cambio de ambiente le estaba pasando factura. Alejó caminando por el pasillo de la cubierta donde ricos y comerciantes capaces de costearse el lujoso viaje paseaban o solo descansaban.

Varias de las jóvenes al verlo pasar cubrían con sus abanicos los labios, otras farfullaban en baja voz y muchas reían sonrojadosé por lo bajo, viajaba ligero con una blanca camisa descubierta en su pecho y un pantalon olgado con botas.

Radiaba virilidad, con su prominente altura de 1.82 y su cuerpo marcado después de años de entrenamiento lo hacían apuesto ante cualquiera, su manera simple era llamativa y provocaba espasmos en las féminas, de portar el uniforme de soldado no cabria duda que las mujeres caerían a sus pies además de ganar el respeto de los hombres, pero prefería ir en incognito, vestiria una vez lleguen a los puertos de Cartagena.

-Señor, señor.-

Llamaba uno de los marineros empapado en sudor.

-Dime.-

CASTAS (NOVELA HISTÓRICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora