ROSALÍA

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-------------(Esto ocurre en el momento en que Rosalía estaba en shock por los sucesos de Stuart).----------


Me había entregado a él como a nadie.

Ni siquiera al amor de mi vida, Ameth, me entregué de esa manera, porque con él fui prudente, temerosa de ser una más en su lista de conquistas.

Confié en Stuart con todo lo que quedaba de mí. Creí cada una de sus palabras de amor, cada muestra de cariño y de afecto. Él no me iba a romper el corazón.

Estuve segura de que sus caricias eran todo lo pasional que me demostraba. Y estaba convencida de que amaba a mi hija como propia.

Sabía por lo que él había pasado, creí que veía en Amelia a su familia perdida. Una nueva oportunidad, un segundo comienzo. ¿Cómo pudo enamorarse de ella? ¡Es una niña! La crió prácticamente conmigo. Se angustió en sus enfermedades, celebró sus pequeñas victorias, cuidó sus pesadillas.

¿Cómo algo así puede ser un amor romántico? ¡Imposible!.

¿Cómo no lo vi? ¿Tan ciega estaba?.

Le di toda mi vida, le di lo que soy, le conté por lo que pasé. Me ayudó a mantenerme escondida de Ameth, comprendió que él era mi verdadero amor, tanto como yo entendí que su difunta esposa siempre sería el amor de su vida.

Nos comprendíamos, nos respetábamos, nos amábamos.

¿Cómo me hizo esto?

Los días me pasan sin que el dolor de mi pecho desaparezca. Duermo porque los ojos se me cierran, despierto porque ya están cansados de estar cerrados.

Me alimento por insistencia de Amelia, aunque los días que más fuerte me siento, ella no logra darme bocado, porque tengo fuerza para resistirme, para negarme.

Tan joven y haber tenido que pasar por tanto. Le fallé, me equivoqué. ¿Tengo perdón?. ¿Puedo yo perdonarla?.

Y mientras los días se me pasan en una rutina de dolor interminable, comienzo a sentirme traicionada, defraudada, lastimada

¿Por qué siento que mi propia hija me traicionó una vez más?.

No, ella es la victima acá.

No yo.

Ella.

Ella es la víctima.

¿Pero por qué me cuesta tanto verlo así?. Es este maldito dolor que me está secando, carcomiéndome. Me está nublando. ¿Por qué no puedo morir y ya? ¿Qué le he hecho yo a la vida? ¿Por qué me merezco esto?.

Hay tantas cosas que hacer, y yo ni respirar quiero. La floristería la está llevando Amelia, la escucho cuando me cuenta lo que está haciendo, me pregunta que hacer en algunas cosas. Nunca le respondo. No me importa. No quiero hablar con nadie, más nunca.

En las noches la escucho llorar, pero no puedo consolarla porque mi alma está destrozada. Me tengo que repetir constantemente que ella es la víctima, no yo, ella. Cualquiera diría que eso sería suficiente para levantarme de la cama y protegerla, pero para mí no es suficiente para salir de este dolor que me consume.

Ella es la víctima, no yo. Ella.

Él fue quien me traicionó, no ella, él.

¿Es mi destino quedarme sola? ¿Morir sola?. En las mañanas, Amelia me abre las cortinas para que sol entre en la habitación. No quiero ver el sol, no quiero ver la noche. Ella aun así lo hace.

JUEVES CURIOSOS de No Juzgues La Portada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora