La penúltima presentación

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—Por favor, por favor, se los ruego, no, se los imploro. ¡Que no los expulsen de este!—rogó mi papá.

—Lo intentaremos—respondí.

—No, no lo intenten. ¡Que no los expulsen!. No es tan difícil. Ay mierda... los van a expulsar otra vez—Rámses salió de la casa sin su camisa puesta, la llevaba sobre el hombro. Incluso en la distancia le vi los piercings brillar.

—Hoy no tiene un buen día—le advertí a mi papá. Mi hermano había despertado especialmente gruñón.

—Hijo, ¿sabes cómo se llama el instituto?—le preguntó mientras nos subíamos al auto.

—Algo con un santo.

—Sagrado corazón de Cristo redentor. Es un colegio católico, lo que significa que no aprueban ni los piercings ni los tatuajes. ¿Podrías por favor cubrirte antes de entrar y quitarte todos los que llevas en la cara. Te puedes dejar en la tetilla, no se nota con la ropa.

Mi hermano bufó pero le hizo caso. Papá extendió su mano y la sombra de maldad cruzó el rostro de Rámses, me encantaba cuando eso pasaba porque era de los pocos momentos cuando no parecía un zombie, sino realmente alguien vivo y divertido

Se quitó el piercing de la lengua y aun chorreando baba lo puso en la mano de papá, junto con la goma de mascar que estuvo masticando desde temprano.

—Deséchala por mí.

Mi papá puso cara de asco y mi hermano reprimió una sonrisa.

—¿En serio, Rámses? ¿En serio?.

Rámses asintió con su mejor cara de "no sé qué tiene malo". Fue mi turno de aguantar las ganas de reírme. Ojala algún día mi hermano dejara de reprimir sus risas, solo algunas comparte conmigo y después de mucho esfuerzo de mi parte.

—Por favor, compórtense. Hemos puesto especial cariño en conseguir un instituto nuevo para ustedes. Lo menos que pueden hacer es permanecer tranquilos el semestre completo.

—Me gusta que aun tengas fe en la humanidad—respondí y mi papá quiso asesinarme con la mirada.

—Es su mejor cualidad, es hasta tierno—agregó Rámses.

—No me estoy riendo. Necesito que se porten bien y permanezcan aquí.

Su tono fue serio, y sin embargo nos reímos.

Para cuando llegamos a nuestro nuevo instituto Rámses se había vestido, incluso se colocó un suéter por insistencia de mi papá, pero se negó a colocar la camisa por dentro del pantalón, abotonarse todos los botones de la camisa y peinarse un poco. "Me veo follable" fue lo que le explicó a mi papá, lo que lo hizo suspirar cansado. Si el supiera que mi hermano no es todo lo mujeriego que creen... si el supiera que lo soy yo.

—Tienen sus teléfonos. Llamen un taxi cuando salgan. Directo a la casa, siguen castigados.

—¿Por qué estamos castigados? ... olvídalo, mejor dime ¿hasta cuándo?—eso podría interferir en mis planes de citas.

—Todavía están pagando el castigo por la prueba de embarazo que le implantaron a Mike, aun ni pagan por haber tenido que ir a sacarlos de aquel museo en la madrugada—dio un gran suspiro y se ajustó su corbata—, a este paso estarán castigados hasta que tengan sus propios hijos.

—No cuentes con eso—respondió Rámses—, nuestras novias son unas caníbales...

Me reí, pero mi papá no entendió y por supuesto tuvo que preguntar:

JUEVES CURIOSOS de No Juzgues La Portada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora