LOTOS - RÁMSES

1.2K 213 19
                                    

Rámses estaba sentado en la orilla de la acera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rámses estaba sentado en la orilla de la acera. Tenía una cerveza en una mano, un cigarrillo en el otro. Lo primero le gustaba mucho más, que lo segundo, pero se estaba resistiendo a darle una calada al porro que le ofrecieron, aunque muy dentro en el fondo sabía que lo terminaría aceptando otra vez, eso lo haría más temprano que tarde.

Después de todo, esa fue única de las pocas veces que no sintió nada, que el dolor se había adormecido un poco. La única vez que había podido dormir sin volver a soñar con su mamá.

Cuando estuvo bajo la influencia de esa droga fue el único momento cuando recordó la voz de su mamá sin quejidos de dolor, sin la aspereza de varias noches adolorida. Sin ojos apagados y cansados, sin una sonrisa forzada, solo una sincera.

Y quería volver a sentirlo, volver a recordarla de esa forma. Sana, viva. No enferma ni moribunda.

—¿Quieres?—una chica le ofreció una nueva cerveza. La tomó sin responder.

Ella se sentó a su lado, más cerca de lo necesario, pero Rámses no estaba aún listo para el contacto con otra persona.

—¡Hey, tu! ¿Qué crees que haces? No me calentarás para luego irte.

—Vete a la mierda, Nestor. Tú y tu pene huelen a culo, sigue metiéndoselo a quién sabe quién—contestó la chica.

—¿Y quién mierda es él?

—Un amigo.

—No, no soy tu amigo—respondió Rámses queriendo desligarse de cualquier problema de esta pareja.

—Búscate a tu propia puta, imbécil.

Rámses lo ignoró, no quería perder tiempo con idiotas como él.

—No me llames así, Nestor. Eres un idiota.

—Párate y vámonos.

—No me iré contigo a ningún sitio, nunca más.

Pero Nestor no la escuchó y tirándola del brazo con una brusquedad que la hizo quejarse, la levantó.

—Deja de hacerte la dura. Siempre terminas abriéndome las...

Pero no terminó la frase porque Rámses lo empujó con la misma excesiva fuerza con la que él levantó a la chica.

—Ella dijo que no quería irse contigo.

—No te metas. Te dije que te buscaras a tu propia puta.

Y ahora fue el turno de la chica de defenderse. Abofeteó a Néstor con todas las pocas fuerzas que tuvo, pero no contaba con que él le regresaría el golpe, con tanta intensidad que la tumbó al piso y la dejó aturdida y viendo estrellas de colores en su visión.

Rámses se lanzó encima de Néstor. No sabía pelear más allá de defenderse con algunas de las clases que su mamá le había hecho tomar. Pero descubrió que lo aprendido fue de realmente utilidad.

JUEVES CURIOSOS de No Juzgues La Portada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora