—Deja de mirarla como idiota—Aztor me golpeó en la cabeza cuando pasó por mi lado.
Era lo que necesitaba para romper el contacto visual con ella.
—No la estaba mirando—me defendí en vano.
—Claro. Límpiate la baba, ¿quieres?. O Rámses te la limpiará.
Intenté concentrarme en los acordes que estaba escribiendo en mi libreta. Hace un par de años, cuando comencé a escribir música mis canciones eran de amor y esperanza, hoy en día son de amor y melancolía; pero todas y cada una de mis letras eran de ella, para ella y por ella.
Marié.
—Estoy pensando en dejarme un Mohawk.
Lo miré para evaluar la verdad de sus palabras y él se estaba mirando en el espejo de la pared, acomodándose el poco cabello que tenía hacía arriba.
—Te quedará bien, pero hazlo en grande.
Sonrió feliz. Aztor era el más atrevido de todos, siempre con una idea loca que ejecutar, una que terminaba en un desastre, pero de tanto en tanto daba una idea que resultaba genial, como la creación de nuestra banda. Un peinado así quedaría perfecto con su personalidad.
—Lo llevaré de colores distintos siempre—sentenció y fue mi turno de sonreírle.
Su sonrisa atravesó la habitación y volví a mirarla.
Iba sentada sobre las piernas de Rámses, con sus manos envueltas en su cuello. Él lucía cansado y fastidiado de todos los intentos de ella de sacarle una sonrisa. Vendería mi alma para que ella se interesara por lo menos la mitad de eso en mí.
Solo Aztor sabía lo que me gustaba Marié, así que cuando ella y Rámses comenzaron a salir fue quien me presionó para que dijese algo, pero no pude. Ella lucía genuinamente feliz con él y ¿Quién era yo para quitarle la felicidad pensando solo en la mía?. Pensé que con el tiempo se me pasaría, pero no fue así.
Por el contrario, él le hacía bien a ella y ese cambio que noté me hizo enamorarme más si es que eso era posible.
Pero entonces llegaron las malas caras de Rámses, esas que yo bien sabía qué hacía cuando se cansaba de una chica, las que había visto muchas veces. Y odiaba que se las hiciera a ella, no se las merecía.
Ella era un alma libre, loca, sin filtro. Decía lo que quería, lo que le gustaba y lo que no, sin ningún tipo de tapujos. Era sincera y auténtica. Yo de ella amaba todo, lo bueno, lo malo, lo peor. Todas sus facetas las adoraba, incluso las que nadie más quería. No era perfecta y eso lo hacía mejor.
¿Cómo no podía amarla? Si yo respiraba solo para verla...
Pero no la amaba, la estaba usando para salir adelante del agujero negro donde estaba desde la muerte de su mamá. ¿Cómo mierdas me interponía así? Si él la estaba salvando a ella, y ella a él.
—Que ya dejes de mirarla como idiota—me recordó una vez más Aztor y bajé la cara tratando de disimular.
Rámses se levantó en cuanto Marié insistió en besarlo, sabía por boca de él mismo que ella lo cargaba cansado y aunque se lo sugerí, él no estaba seguro de como terminar esa relación.
—¿Fiesta mañana?—preguntó en cuanto estuvo frente a mí.
Marié seguía guindada a su brazo y mi corazón se partía allí donde sus pieles se unían.
Esa es una buena letra, la anotaré para la próxima canción.
—Claro que sí, traeré a algunas amigas, ya sabes... ¿Quieres venir?
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JUEVES CURIOSOS de No Juzgues La Portada.
Teen FictionAmelia, Rámses, Gabriel, Fernando, Karen, Mike, Hayde, Marypaz, Andy, Daniel, Stuart, Johana... siempre hemos querido saber más de cada uno de ellos... ¡Aquí podrás hacerlo!.