EL PRIMER ORGASMO. MARYPAZ

1K 147 14
                                    

—No creo que...—refunfuñé con miedo mientras miraba nerviosa hacia la puerta. No quería que se abriese de repente y...

—Tranquila. Nadie nos descubrirá. Están tomando allá abajo. Te contaré lo que una vez vi hacer a mi hermana con su novio.

Se sentó a mi lado y mi cuerpo tembló con una sensación nueva para mí. La curiosidad me estaba carcomiendo de anticipación.

—Ellos creyeron que yo dormía en mi habitación. Pero me gustaba meterme en el closet de mi hermana a jugar porque era grande. Así que cuando entraron besándose, yo hasta dejé de respirar para que no me descubrieran. El novio la besaba y acariciaba sus piernas... así...

Y su mano caminó por mi rodilla, muslo y la parte interna de la pierna.

Debí dejar las piernas juntas, pero su tacto era tibio y agradable, así que las abrí un poco, según yo de forma muy discreta.

—También le besaba el cuello... así.

Y ladeé la cabeza. Cerré los ojos porque no creía lo que estaba haciendo o mejor dicho, dejándome hacer, pero no quería parar, quería saber que era todo ese calor que estaba sintiendo.

—Y la tumbó en la cama con su mano por debajo de la camiseta...

Me dejé acostar con suavidad y sentí su peso sobre mí. Su lengua acarició mis labios, su mano jugueteaba con mis senos, con cierta torpeza. No sabía que mis senos podían tener tanta sensibilidad. En el colegio explicaban sobre las ganas sexuales, pero jamás imaginé que se sentiría así.

Yo era una muñeca que se dejaba hacer, no me atrevía a moverme, solo quería dejarme embargar por esas sensaciones que me recorrían todo el cuerpo y que terminaban en un solo punto, en medio de mis piernas.

—Y luego, se frotaron.

—¿Co- cómo?—pregunté dudosa.

—Bájate el pantalón.

—¿Qué? ¡no!—el miedo me hizo decirlo.

—No pasará nada. Solo quiero mostrarte. Yo también me bajaré los míos.

Y no mentía, en un momento sus pantalones estaban en el piso, junto con su ropa interior.

—Dijiste que solo el pantalón—me defendí cuando me ayudaba a quitarme el mío.

—Es para que se sienta mejor. Así lo hicieron ellos.

Y en mi cabeza llena de hormonas y mi cuerpo explotando de ganas, su explicación tuvo sentido.

Se volvió a acostar encima de mí, su sexo en contacto directo con el mío. Se sentó encima de mí, analizando la mejor forma de recrear lo que sea que estuviese en su mente.

Movió una de sus piernas por encima de la mía, y la otra quedó en el medio. Nuestras intimidades estaban alineadas y cuando comenzó a frotarlas, luces de colores explotaron en el fondo de mis ojos cerrados.

Tampoco sabía que mi vagina podía producir esas sensaciones.

Y entonces sentí sus manos tomando con delicadeza mis labios íntimos, para mantenerla expuesta a su vista. Levanté la cara para ver lo que estaba haciendo, espiando por entre mis pestañas.

Temía incluso de ver lo que vería.

Ella también tenía expuesta su intimidad y antes de que pudiese decir algo, cerré mis ojos y ella unió nuestros sexos. El calor del contacto hizo que mis órganos entraran en combustión espontánea, una bomba acercándose a una inminente explosión con cada movimiento que ella hacía encima de mí.

No sabía que podía sentirme tan bien. No sabía lo que era un orgasmo sino hasta ese momento.



Nunca nos descubrieron y nunca la volví a ver. Al poco tiempo de aquel domingo a su papá lo despidieron y ya mi papá y él no volvieron a coincidir.

Ella era mucho menor que yo. 

Pensé por mucho tiempo que solo sentiría ese placer con las chicas, aunque no había estado nunca con un hombre. Físicamente no me gustaban las mujeres, pero esas sensaciones nunca las pude volver a recrear en la soledad de mi habitación.

Incluso creí que me gustaba Amelia, y quizás hasta cierto punto si lo hacía, pero no era ella lo que yo quería.

Pero cuando estuve con Gabriel, mis miedos desaparecieron junto con mis confusiones. Él me llevó a un nuevo nivel de placer que supe que solo podría experimentar con un hombre. Ninguna mujer sería capaz de hacerme sentir así.

JUEVES CURIOSOS de No Juzgues La Portada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora