Paternidad complicada...

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—Por favor, por favor, se los ruego, no, se los imploro. ¡Que no los expulsen de este!—rogó mi papá.

—Lo intentaremos—respondí.

—No, no lo intenten. Que no los expulsen. No es tan difícil. Ay mierda... los van a expulsar otra vez—Rámses salió de la casa sin su camisa puesta, la llevaba sobre el hombro. Incluso en la distancia le vi los piercings brillar.

—Hoy no tiene un buen día—le advertí a mi papá. Mi hermano había despertado especialmente gruñón.

—Hijo, ¿sabes cómo se llama el instituto?—le preguntó mientras nos subíamos al auto.

—Algo con un santo.

—Sagrado corazón de Cristo redentor. Es un colegio católico, lo que significa que no aprueban ni los piercings ni los tatuajes. ¿Podrías por favor cubrirte antes de entrar y quitarte todos los que llevas en la cara. Te puedes dejar en la tetilla, no se nota con la ropa.

Mi hermano bufó pero le hizo caso. Papá extendió su mano y la sombra de maldad cruzó el rostro de Rámses, me encantaba cuando eso pasaba porque era de los pocos momentos cuando no parecía un zombie, sino realmente alguien vivo.

Se quitó el piercing de la lengua y aun chorreando baba lo puso en la mano de papá, junto con la goma de mascar.

—Deséchala por mí.

Mi papá puso cara de asco y mi hermano reprimió una sonrisa.

Ojala algún día dejara de reprimirlas o por lo menos eso espero.

Para cuando llegamos a nuestro nuevo instituto Rámses se había vestido, incluso se colocó un suéter por insistencia de mi papá.

—Comenzaré a buscar otros institutos. ¡Los amo!—gritó papá cuando nos bajamos del auto, pobre hombre, ha perdido toda fe.

—Bueno, ¿ya sabes lo que dirás en este instituto? Es tu turno de presentarnos.

—Sí, tengo una idea bastante clara. Tampoco es mi primera vez.

Mi hermano hablaba conmigo, poco, pero lo hacía. Si hacía un conteo de las palabras que pronunciaba, yo me llevaba el premio al ser a quien le dirigía casi un 60% de ellas, el resto Rámses las distribuía entre papá, Hayden y Mike, pero eso dejaba el gran total de cero palabras para cualquier otro ser humano, lo que incluía nuestros compañeros de clases.

Una de las profesoras nos recibió en la entrada del instituto, evaluó nuestra presentación personal con gran meticulosidad y hasta se atrevió a acomodarle el cuello de la camisa a Rámses. Cuando nos consideró listos nos hizo seguirla hasta nuestro salón.


—Profesora Bifost, llegaron sus nuevos alumnos.

La profesora llamó la atención del resto de los estudiantes y nos invitó a pasar.

Papá nos había contado que este era un colegio católico, solo para niñas hasta el año pasado, cuando decidieron comenzar a aceptar también a varones, es por esa razón que no me sorprendí cuando vi que en el salón habían 23 chicas y solo 5 chicos además de nosotros.

—Ellos son Gabriel y Ramsés O'Pherer Dusaillant, están incorporándose tarde a clases porque se acaban de mudar de ciudad. Su papá es embajador de Portugal. Chicos, por favor preséntense.

Miré a mi hermano esperando que hablase.

—Es Rám-ses—recalcó con demasiada petulancia—. Soy francés, él es portugués.

JUEVES CURIOSOS de No Juzgues La Portada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora