CONOCIENDO A Rosalía Gatica.

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Adele Martinez era una joven venezolana, embarazada de cinco meses que trabajaba como recepcionista en un hotel en la Isla de Margarita en Venezuela, allí conoció a John Gatica, un estadounidense que fue de vacaciones a la paradisiaca isla quien quedó irremediablemente enamorado de la recepcionista.

Cuando las vacaciones de John se acabaron regresó a su país con una valija llena de souvenirs, su nueva esposa Adele y una hija adoptiva en camino.

Rosalía Gatica Martínez fue la única hija del feliz matrimonio. Sus padres no solo la amaban sino que la consentían en lo que quisiera, eso incluyó aceptar que su hija no quisiera ir a la universidad, sino dedicarse a su pasión: las flores y que viajase al otro lado del país persiguiendo su sueño.

Rosalía creció acostumbrada a lograr lo que quería y obtener lo que deseaba, por eso cuando fijó su atención en Ameth Maggio Jr., poco le importó que estuviese casado, o que fuese su jefe, o hijo del dueño de la empresa donde ella trabajaba.

Y es que Rosalía Maggio era una mujer atractiva, con un cuerpo latino que era envidiado por muchas y deseado por muchos, también era carismática y divertida, una combinación mortal para Ameth, quien cayó en sus redes. Aunque Ameth tampoco era un santo.

Los problemas comenzaron cuando Rosalía se enamoró de Ameth y éste no le correspondía. Desesperada por mantener a su lado a su amor a quien irremediablemente veía cada vez más distante, hizo lo más tonto que puede hacer una mujer: embarazarse.

Rosalía jamás quiso ser mamá, nunca tuvo un llamado de la naturaleza. Le gustaban los niños, pero jamás se imaginó con uno propio. Pero cuando esa idea se metió en su cabeza comenzó a agradarle tener un pedacito de su amado siempre con ella y la gran posibilidad de que Ameth dejase a su esposa y formara familia a su lado.

Pero Ameth no amaba a Rosalía – y francamente tampoco a su esposa, pero no es el caso- y terminó la relación que mantenían, aunque se ofreció a reconocer al fruto de su imprudencia y que a esa nueva vida nunca le faltase nada, pero eso no era suficiente para Rosalía. Ella quería una familia con él y la pequeña semilla de ambos, que crecía en su interior.

Los meses fueron pasando y el vientre de Rosalía creció con una pequeña Amelia dentro de ella. Ameth corrió con todos los gastos de Rosalía, incluso cuando ella quiso dejar de trabajar.

Amelia abrió sus ojos un 19 de enero a las 3:40 de la tarde y fue recibida por su madre, quien ahora la veía con adoración y por su papá Ameth, dichoso como nunca.

Cuando Amelia cumplió tres meses de nacida, Ameth fue a visitarla y aprovechó la oportunidad para decirle a Rosalía que su matrimonio había llegado a su fin, que a pesar de sus esfuerzos su esposa no logró perdonar su indiscreción con una de las trabajadoras y mucho menos la existencia de Amelia, una niña que día a día se robaba su corazón.

Rosalía se emocionó pensando que por fin tendría la familia con el hombre de sus sueños, pero una vez más Ameth la rechazó. Después de una fuerte discusión, Ameth se marchó del departamento que el pagaba para Rosalía y la niña, esperando que Rosalía se calmase un poco y sin querer que una niña tan pequeña siguiese escuchando los gritos que daban, donde Rosalía le exigía amarla por el bien de la niña, y él se negaba a estar con alguien a quien no amase, aunque quería mantenerse al lado de Amelia.

Pero cuando regresó la semana siguiente consiguió el departamento vacío. No quedaba nada de las pertenencias personales de Amelia y de Rosalía, solo los miles de objetos y regalos que con tanto cariño Ameth le compró. Nadie sabía del paradero, solo que la señora Rosalía y la niña se subieron a un taxi, que fue ayudada por el recepcionista del edificio y el taxista con las pesadas valijas que llevaba. No dio dirección, ni detalles de a donde se dirigía.

JUEVES CURIOSOS de No Juzgues La Portada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora