Amelia, Rámses, Gabriel, Fernando, Karen, Mike, Hayde, Marypaz, Andy, Daniel, Stuart, Johana... siempre hemos querido saber más de cada uno de ellos...
¡Aquí podrás hacerlo!.
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(Hace algún tiempo)
—¿Cómo estás Hayden?
—Mal. Hoy es un día gris.
—La semana pasada tus días tenían colores. ¿Qué cambió?.
—No... yo no...—Hayden suspiró cansado—. Hoy me pagaron el finiquito del trabajo.
—Pero eso es bueno. ¿Por qué no lo ves así?
—Me recuerda las razones por las que me sacaron.
—No te sacaron. Renunciaste, voluntariamente.
—Me presionaron.
—Tú te sentiste presionado. Hayden, ¿qué es lo que en verdad te hizo retroceder?.
Hayden suspiró, buscando la respuesta en su interior, sin tener nada seguro.
—Fracasé y mi familia lo sabrá. Los defraudé. No les he podido decir porque se avergonzarán. El finiquito me pone un paso más cerca a tener que decírselo.
—Hayden, no fracasaste por renunciar a un trabajo, tampoco los defraudaste y definitivamente no se avergonzarán de ti. Estás haciendo transferencia de sentimientos. Eso es lo que tú sientes por ti mismo, no lo que siente tu familia. Tienes que ver los actos de forma objetiva. Tu familia siempre ha sido incondicional contigo, te ha apoyado y ha sido comprensiva, sus actos no son cónsonos con la imagen que te has creado de ellos en tu mente. Esa imagen de ellos es un reflejo de ti mismo, auto juzgándote y de la forma más cruda. Y el finiquito no te pone un pasó más cerca de decirles algo. Si no quieres decirles, no tienes por qué hacerlo. Eres un adulto y puedes tomar tus propias decisiones, sean acertadas o no.
—Mi mamá aun no entiende el por qué me divorcié, no hay llamada que no me lo pregunte. Está decepcionada—Hayden respondió con la absoluta certeza de sus palabras.
—Está curiosa. Nunca le explicaste, es normal. Curiosa no es decepcionada. Hayden...
Era la misma voz que siempre ponía la psicóloga cuando llegaba a un punto de inflexión. Con el tiempo, Hayden entendió que debía abandonar su actitud y realmente abrir su mente y corazón a ella.
Eran años de terapia.
—No logro verlo. Es un día gris y no logro ver colores. Solo siento tristeza, dolor, melancolía, agobio. No puedo ver felicidad por el nuevo trabajo, alegría por mis hermanos de vida, nada. Solo nubes grises, lluvia, nada de arcoíris. Y odio sentirme así y no logro hacer nada para evitarlo.
—¿Te has enfocado en pensamientos positivos?
—Hoy no puedo, hoy no lo logro. A duras penas logré salir de la cama.
—¿Comiste? ¿Te bañaste?
Hayden negó con la cabeza, avergonzado, pero sin atreverse a negarlo.
—Ya lo hemos hablado antes y llegamos a un acuerdo.
—No me medicaré. Perderé mi carrera si lo hago.
—Perderás tu carrera si no pones de tu parte. Debes ser fuerte Hayden, luchar contra esos pensamientos, contra la oscuridad que intenta acabar contigo. No te sumerjas en todos esos pensamientos, eres mucho más grande que eso. Vamos, haremos el ejercicio, juntos: 5 pensamientos positivos
—Me siento Peter Pan tratando de volar.
—Vamos...—lo apremió
—Susana
—Bien. ¿Qué más?
—Fernando. Mike. Mi nuevo trabajo.
—Falta uno solo.
—Mi familia.
—Muy bien Hayden. Ahora desarrollemos cada una.
—¿Es necesario?
—Claro que si.
El principal temor para la psicóloga era que su paciente, Hayden Michia, volviese a intentar suicidarse y que esta vez tuviese éxito.
