32. Un Omega Fuerte.

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🔞☝️

El alfa sonrió cuando su cuerpo vibró por la fortaleza de su presencia.

Cubrió al Omega con su cuerpo y arrebató de sus labios una caricia necesitada teñida de un gemido ronco color borgoña que acentuó su deseo. Tiro de él para levantarlo del suelo y así sentarlo sobre su regazo, con cuidado lo empaló poco a poco sin dejar de besarlo, absorbiendo el gemido de gozo cuando comenzó a amoldarse a él subiendo y bajando lentamente.

El Omega parecía estar en el límite de la sensibilidad, pero con valentía contenía la respiración para no perder el control.

El alfa que había esperado tanto por él no dejaría que aquella noche fuese menos que asombrosa, lo marcaría, sí; pero también deseaba que supiera que lo amaba con locura.

Lo sostuvo firmemente de la cintura para obligarlo a contenerlo por completo, empujando sus caderas hacia arriba para que él lo abrazace de manera íntima.

- Ohhh - el movimiento de sus paredes bastó para que el Omega comenzara a jadear, el movimiento de su cadera surgió de manera natural, los fuertes impulsos del pequeño lo tenían hipnotizado, no hubo tiempo para nada más que sentir la unión de su cuerpo.

Las manos del alfa fueron a dar a su trasero y lo amoldó con sus manos acompañando esa danza ardiente.

Era el gemido quebrantado que provenía del Omega en cada estocada la prueba del estado sencible en el que se encontraba.

El alfa empujó con fuerza dentro de él haciendo que se estremeciera en respuesta, tensado sobre su torso se sujetó de lo hombros del alfa, mostrando esa fortaleza de la que había hablado antes.

Sus ojos azules entreabiertos parecían pedir algo, había deseo líquido en ellos, el alfa que mantenía los movimientos fuertes contra la pelvis del Omega hundiéndose en esa exquisita estrechez una y otra vez, bajó a su cuello, lamió allí justo en el origen de ese delicioso aroma a fresas y canela.

No había más plazos, nada ahora lo detendría para encajar sus dientes en esa piel suave, quería marcarlo de una vez por todas para asegurarse que su unión fuese permanente.

Los gemidos del Omega ya no estaban contenidos, en el momento en el que el alfa abrió la boca y talló su dientes en él, este comenzó a derretirse afirmando la necesidad del alfa por marcarlo.

Aunque las estocadas por parte del alfa eran certeras, el Omega dejó de recibirlas de manera valerosa y ahora bailaba con ellas haciendo que la erección del alfa no saliera de él, si no que se mantuviera dentro.

El alfa sintió la diferencia y gruño contra su piel sujetando su trasero, sintiendo en sus propias manos los movimientos que estaba haciendo el Omega sobre él.

Recibió gustoso el golpe de feromonas dulces, que a la vez se disolvían con el aroma que se había creado envolviendo y llamando a sus partes más primitivas a salir a flote, para que juntos culminaran esa exquisita unión.

El alfa sintió el primer tirón de su orgasmo y rápidamente llevó al Omega contra los almohadones para tener acceso a su cuerpo de manera libre.

Abrió sus piernas para que este lo abrazara con ellas.

- Es momento. - lo único que alcanzó a decir cuando volvió dentro de él. Su cuerpo estaba en estado frenético por la pronta liberación y el del Omega ardiendo por la sensibilidad, respiraba entrecortadamente conteniendo su orgasmo lo más que podía.

No había tiempo, su Omega estaba allí preparando su cuello, estirándolo, mostrando sumisión ante él, aceleró las estocadas mientras que sus dientes crecieron para traspasar la fina capa de piel.

La bendita liberación hizo a sus cuerpos vibrar en una nueva realidad, una donde ambos compartieron con franqueza los matices del placer y el amor.

Al sentir sus dientes el Omega ahogó un gemido, pero su cuerpo estaba muy tenso experimentado un éxtasis que no pudo hacer nada más que arquearse. El alfa comenzó a venirse dentro de él, su miembro comenzó a crecer de la base ensanchándose dentro suyo, estirándolo para poder contenerlo.

Sintió como todo se pontencializó, la sensación de dicha fluyó por el lazo que comenzaba a sentirse como un hilo ardiente que comunicaba sus mentes. La manera en que sintió el amor fluir atravez de este le hizo querer fundirse en él, en sus emociones y en todo su mundo.

Todo estaba listo, el lazo resonaba fuerte en ambos, ambos temblaban sintiéndose vulnerables al ser expuestos a tal intimidad.

El alfa con mucho cuidado desencajó sus dientes de su piel para proceder a cicatrizar la herida sangrante con su saliva. El Omega gemía suavemente cuando su lengua lo tocaba. El alfa alzó el rostro para buscar su mirada tanteando el estado de dolor que este le podría provocar, pero encontró una expresión derretida en él.

- El condón... - dijo suavemente riéndose, sacando su mano debajo de los almohadones, en esta tenía un sobresito deformado por la presión antes vivida.

El alfa gruñó en respuesta y fue a besar sus labios, celebrando que al fin lo había reclamado como suyo. Ese Omega tan hermoso jamás volvería atreverse a irse lejos, era su tesoro.

 Ese Omega tan hermoso jamás volvería atreverse a irse lejos, era su tesoro

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