21. El crimen perfecto.

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Jimin regresó por la tarde a su casa, había pasado todo el día con Taeh.

Después de lo sucedido y el desvanecimiento de la promesa de dinero fácil, la falta de alimentos mermó en los dos mayores y se vieron en la necesidad de trabajar. Pues se negaron a qué el buscará empleo también.

Hobi lo esperaba en la entrada de la casa molesto. Jimin no le había dirigido la palabra desde ese día, algo en ellos parecía roto y dolía arreglarlo.

- ¿No te parece que es peligroso que andes solo?

- Si anduviera acompañado también te molestaría.

- Minnie...

- Ya, ya, voy a encerrarme por voluntad propia.

- Hasta cuando vas a entender que lo que hiciste no estuvo bien.

Jimin no alzó la mirada.

- Sabes que al menos él no me hacía sentir una basura como tú siempre lo haces.

Hobi no contestó y Jimin estaba tan molesto por qué hablar con Taeh había echo que su mente se aclarara.

- Al menos reconoce que tú misión es hacerme imposible la vida, aclararé todo con él escritor de una vez por todas, estoy cansado de sentirme tan estúpido todo el tiempo.

- ¡Tú no vas a ir a ningún lado! Sabes lo peligroso que es que te acerques a él de nuevo.

- ¿Sabes quién es más peligroso? - Jimin lo miró intensamente - tú y esa lealtad a la promesa que le hiciste a mi abuela de cuidarme. Ya no soy un niño, déjame en paz.

Hoseok estaba muy molesto pero Jimin ya no quería que lo siguieran culpando como si hubiese cometido el más grande error de su vida.

- ¡Me equivoqué lo acepto! ¡me metí a la cama con un alfa! ... ¿Y? Creo que tú no puedes juzgarme tampoco, para ello deberías ser perfecto y no lo eres.

- Jimin lo digo por tu bien.

- Por mi bien será mejor que te mantengas al margen. Estoy harto de que me traten como un tonto.

Jimin se metió a su recámara y por primera vez en muchas noches no sintió que la tristeza lo ahogaba, ahora en él surgía un coraje y un enojo que parecía provenir del escritor.

Nisiquiera cuando llegó Jin del trabajo se vió con ánimos de sonreír, en ese momento sentía que su cuerpo hervía en furia.

Solo tenía que esperar a que él lo llamara esa noche para ir a su encuentro.

Solo tenía que esperar a que él lo llamara esa noche para ir a su encuentro

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La Sra. Fann estaba en la entrada de la casa anonadada con el desastre que había en la casa, los cuadros de las paredes estaban tirados en el suelo rotos, las macetas volteadas, los adornos de los buros parecían aver sido aventados contra las paredes contrarias.

Róbame el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora