13. Un capullo de flor.

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Solo aquella delicada creatura podía calmar el fuego que lo quemaba por dentro y lo hacía sentir de nuevo vivo. Besó sus labios haciendo que este gimiera y se arqueara hacía él entregándose sin reparos al deseo que parecía desbordarse también en él.

Sus aromas habían combinado perfectamente, haciendo que un tercero se creará y llenará el ambiente de feromonas acidificadas que llevaron al alfa anhelar estar dentro de él de forma inmediata.

Pero alzó la mirada una vez más observando el rostro pequeño de su Omega. Que lentamente abrió los ojos y encontró en ellos un deseo derretido, sus pupilas dilatadas tenían un brillo distinto a todo aquello que él conocía.

El lobo interno quería aullar a la luna de felicidad y plenitud. Qué regalo más sublime le había dado después de tanto pesar.

El iris azul cielo en sus ojos de este le hizo detenerse y admirar impavido su belleza, el lobo Omega poso su nariz en la suya mientras que de nuevo cerraba los ojos y lo besaba eróticamente

- ¿En verdad me esperabas? - escuchó un murmullo.

Su voz encantadoramente dulce era demasiado para él alfa.

- Jamás dejé de esperarte.

El alfa fundió sus labios en su piel lamiendo y saboreandolo, pero un sonido suave lo detuvo de necesidad y turbo el poco control que tenía, sus manos se habían colado por debajo de su polera y se deshizo de ella, de un momento a otro lo tenía pegado a su piel, exhudando deliciosas feromonas, el Omega echó los brazos a su cuello y lo detuvo muy cerca de cuello de dándole espacio al alfa de lamer con libertad.

Su erección punzaba por enterrarse en él, así que con su cadera arremetió en su contra haciendo que el Omega jadeara completamente extaciado.

Quería seguir oliendo su gozo y se talló en él potencializado su aroma en su propia piel, era el placer contenido más delicioso que había experimentado, reclamó sus labios en un beso caliente, su pequeño Omega solo detenía entreabiertos sus labios y respondía sediento de él.

Deslizó su mano por el costado de este para dejar a su vista su cuerpo cuánto antes, pero una mano ajena lo detuvo, aunque esté no abrió los ojos tomó la suya y la llevo más allá de la pretina elástica de su pantalón, deteniendose un momento para enfocar su vista en él.

El alfa no entendía pero este no perdía nada de su expresión, esperaba sentir su erección, es que el simple echo de imaginarlo desnudo era un deleite para su mente, que importaba si este era un chico como lo había dicho su humano, él era suyo y era parte de su mayor deseo.

Su mano calida llevó a su mano hacía su vello púbico y más allá, él alfa un poco extrañado siguió el rumbo donde él lo guiaba. Entonces se detuvo.

El Omega estaba inmóvil esperando su reacción, totalmente excitado indicó al alfa que enterrara sus dedos en él. La humedad en la que estos fueron sumergidos crispo su cuerpo sin poder razonar mucho. Sintió que la temperatura de su cuerpo subio y él latido en su erección se hizo más pronunciado.

El Omega soltó su mano, jaló su rostro para que sus labios se unieran de nuevo e indico que lo acariciara moviendo su cadera contra su mano.

Su mano se apoderó de su intimidad suave debido al terciopelo que lo cubría .

Ahora entendía la inseguridad que había mostrado.

Movió su mano en la cima para después qué deslizar un dedo justo en donde la humedad se acumulaba, un quejido de placer escuchó  desde su pecho, que lo ánimo a hundir aún más uno de sus dedos, la lubricación fue perfecta para que buscará de manera suave la dicha escondida, el Omega movió sus caderas  y mordió su labio  inferior en respuesta, sus ojos aún cerrados. Sobo un poco su mano en él y el Omega se retorció bajo a él gimiendo, haciendo que sus dedos fuesen más allá y toparan con algo.

Róbame el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora