12. ¿Canela dulce?

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El alfa de un solo movimiento empujó el mueble que estaba obstruyendo la puerta, su aroma era una droga tan dulce y atrayente para él.

Abrió la puerta y lo vio.

El Omega tomaba sus manos en un nudo fuerte, con una expresión dudosa, pero el alfa le hizo saber con un gruñido que debía entrar.

Podia sentir su miedo en cada latido de su corazón pero en cuanto estuvo cerca de él, el alfa lo tomó por la cintura y lo pegó a su costado. Cerrando la puerta, asegurandola rápidamente.

Ahora muy de cerca observó su rostro, sus manos seguían juntas ala altura de su pecho juntas y lo miraba expectante.

El alfa apenas podía respirar en sus manos tenía al dueño de ese aroma que lo había vuelto loco todo esté tiempo.

Sus ojos color miel rasgados eran lo más hermoso que jamás había visto, su nariz era perfecta y pequeña como todo él, su tez tenía la forma hermosa de un corazón, bajo la vista a sus labios y se acercó a ellos dispuesto a tomarlos pero se detuvo cuando sintió una esencia extraña en él.

El Omega había cerrado los ojos esperando a ser besado pero este ya hervía en furia por notar aquel atrevimiento.

Alguien había dejado un rastro de olor en su Omega.

- Mío, eres mío - le dijo claro.

Acto seguido lo tomó con firmeza de la cintura y bajó el rostro pasando su nariz por su cuello arrastrándolo hacía la cama, recostandolo en ella con facilidad mientras que se restregaba en su tierna piel con esmero, molesto y sedado por su delicado aroma que había sido ocultado de él, deslizó la nariz cerca de su quijada y lamió allí aspirandolo ahora su esencia libre y pura de fresa dulzona con un toque a canela fina, se sostenía con sus manos a ambos lados de su rostro mientras que el omega se dejaba marcar respirando intercortadamente despidiendo feromonas de placer que llenaron su cuerpo de una necesidad viva y latente, ahora estaba gimiendo para su deleite.

- Mío - volvió a repetir cerca de su oreja, lamió su cuello haciendo que el Omega gimiera más profundo bajo él, deslizando sus labios por su cuello besando suavemente atrapando un poco de su piel entre sus labios, tirando de ella, el pequeño Omega se estremeció, era tan receptivo que lo estaba volviendo loco de placer, su piel tan blanca y suave se marcaba con sus caricias.

Un golpe de feromonas se esparcio por toda la habítacion hizo que el alfa gimiera en su piel y siguiera su placentero trabajo una y otra vez.

Besando y acariciando fue al otro lado de su calidez y realizó el mismo tratamiento, suavemente como si de un tesoro se tratara lamió su piel mientras que profesaba las palabras "mío" en él, haciendo que el pequeño Omega se derritiera y se acercara más y más su encuentro.

El enojo se hubo esfumado cuando el alfa dio por terminada la sesión de reconocimiento, ahora más reconfortado por haberlo protegido con su aroma se separó y miró su rostro una vez más. Necesitaba probar sus labios.

Pero el Omega hizo algo que él no esperaba y que lo tomó por sorpresa, este destendio sus manitas que habían estado anudadas en su pecho en todo momento y acarició la piel de su torso suavemente.

El alfa no se movió.

Solo respiraba pesado tratando de no hacer algo que lo espantara, la mirada inocente de su Omega brillaba observando donde sus manos se deslizaban, estás estaban dejando un aroma a canela dulce en su piel y se fueron a su nuca donde hicieron un poco de presión.

El alfa no sabía que quería pero bajo su torso hacía él y el Omega sumergió sus rostro en el espacio de su cuello.

El alfa gimió cuando sintió que recibía las mismas caricias que él le había dado.

Róbame el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora