Róbame el corazón.

37. Yo también lo deseo.

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Desechar sus letras no era ahora algo incómodo, más bien se sentía como un acto liberador.

Jungkook había gozado de tener una mente clara por mucho tiempo, así que escribía de manera continua, el cambio de aires y la nueva ciudad le sentaba muy bien, pero claro que también era gracias a la sensación hermosa que se hallaba en su pecho y que constantemente se renovaba para hacerlo brillar constantemente.

El amor de su Omega lo había sanado por completo.

Revisó la hora y se apresuró a ir por él al estudio donde tomaba clases de danza. Al llegar al lugar, se estacionó y recargó allí luciendo como si hubiese pasado mucho tiempo esperándolo. Pronto lo vio salir de ahí sonriendo.

Jimin lo saludó con su mano y se acercó corriendo.

- Lamento la tardanza - dijo besando sus labios rápidamente.

- Está bien amor.

Jungkook tomó su cintura.

- Te extrañé mucho - dijo el Omega abrazándose en su torso - pero ahora debemos irnos si no queremos llegar tarde. - dijo Jimin.

- ¿Tarde?

- Es viernes, ¿recuerda?

- ¡Oh.! Sí, sí, vamos.

Un rato después Jimin tomó la mano de Jungkook para llevarlo al centro de la pista de patinaje.

- Vamos, no tenga miedo.

- Podríamos caer.

La sonrisa dulce del Omega burlándose de él le hizo quejarse.

- Bien, vamos.

- Confíe en mí, yo cuidaré de usted.

Los abrigos negros de ambos se fundieron cuando Jimin se abrazó a su torso de nuevo, dejándose llevar por el patinaje del alfa.

- Le dije, no pasa nada.

Jungkook alzó su rostro hacía la luz.

- ¿Desde cuándo patinas tan bien?

- Tengo muchos talentos. - contestó cerrando los ojos, esperando que el alfa lo besara.

- No te besaré.

Jimin hizo un puchero.

- Si lo hago, caeremos.

- Quiero caer en sus brazos.

El alfa sonrió y lo besó rápidamente antes de que perdieran el equilibrio.

- Ahhh. - Jimin se tomó de su mano, volviendo a su lado, para patinar junto a él.

Jungkook notaba que Jimin se adelantaba en su necesidad de avanzar más rápido así que lo soltó. Notando que el rastro delicioso de su aroma se quedaba en el ambiente.

El Alfa sonrió al verlo dar una vuelta. El Omega se movía de manera elegante, haciendo que su melena rubia bailara graciosamente en su frente.

Estaba asombrado de la capacidad del Omega para sobrellevar la tristeza de tener a sus amigos lejos, pasaba largos ratos platicando con ellos y jamás se le notaba el ánimo abajo.

Un año había pasado tan rápido que Jungkook apenas podía procesar los cambios que había en él, aunque su espíritu seguía con el mismo carisma, él había cambiado, su cuerpo era más estilizado y su porte era más refinado, había dejado atrás esa etapa donde parecía un chico inocente para convertirse en un bailarín elegante.

Incluso su aroma había cambiado, lo había notado desde que puso su marca en su cuello, la canela ahora sobrepasaba a lo dulce de la fresa, eso nadie más lo podía saber más que el, que era adicto a su aroma.