43: Reuniendo pistas

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—¡Patéale el culo, Konohamaru!

—¡Tírale un pedo en la cara, a mí me funcionó!

Desde las gradas, Naruto y yo gritábamos como endemoniados apoyando a Konohamaru en la fase final de su examen chunin. Él y su equipo ya habían pasado todas las etapas, llegando ya a la final. Konohamaru y Moegi lo habían conseguido, mientras que Udon había sido dejado atrás en la penúltima etapa.

Konohamaru tenía el mismo estilo de pelea que Naruto a su edad, aunque con un repertorio más amplio de ninjutsu y un taijutsu más limpio.

Me acomodé mis nuevos anteojos (pues los anteriores los había perdido definitivamente en el lago de Amegakure) y volví a gritar palabras de aliento para Konohamaru.

—¿Cómo es que te funcionó el tirarte un pedo en pleno combate?

Una tercera voz hizo que tanto Naruto como yo nos quedáramos en silencio. Me quedé con la boca abierta.

—¿Cuándo llegaste aquí? ¿No deberías estar con los demás kage?

—Llegué a su aldea ayer en la noche, solamente vine a ver la fase final. Escuché sus gritos y vine a saludar. Además de que Hanako me mandó una carta rogando que nos viésemos en los exámenes chunin, ¿cómo voy a prohibirle tal privilegio de ver mi cara?

Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos.

—Ya viniste a saludar, ahora vete, nos estás desconcentrando del combate de Konohamaru.

Me volteé hacia el campo de batalla, ignorando la presencia de Yuki. No era momento de ponerme a discutir con él, estaba muy ansiosa por ver ganar a Konohamaru.

—Ah, Hanakage-sama, ¿qué hace aquí abajo? Debería estar en el podio con los demás kage.

Kakashi-sensei me tendió la manzana acaramelada que le había pedido que me fuese a comprar.

—Vine a saludar, pero se me olvidó que este perro no está bien adiestrado.

—Solamente me vino a hacer la vida imposible, Kakashi-sensei, no le creas —me defendí, sin despegar mi vista del combate.

Konohamaru acababa de hacer un contrataque brillante haciendo uso de los clones de sombra y un jutsu de viento.

Kakashi-sensei y Yuki se pusieron a conversar mientras que Naruto y yo seguimos con lo nuestro de apoyar a Konohamaru. Finalmente el contrincante de Konohamaru cayó.

—¡Bien!

Choqué mis palmas con las de Naruto. Ya no quedaban más combates que me interesaran así que me senté tranquila en mi lugar, dándome cuenta de que Yuki seguía ahí. Kakashi-sensei nos separaba, sentado entre los dos y me daba una mirada de advertencia.

—¿Qué quieres? —le pregunté a Yuki.

—¿Cómo estás?

Yuki miraba al frente y con rostro serio.

—Bien, quedé como nueva luego de la cirugía. Lo único que me delata es la cicatriz.

—¿Uh? —Elevó una ceja. —Sigo sin sentir bien tu chakra, pensé que era porque tenías un corazón débil, pero ahora veo que no...

Respiré con pesadez, uniendo mis manos sobre mi regazo y mirando hacia abajo.

—Creo que lo estarán esperando en su lugar, Hanakage-sama —habló Kakashi-sensei.

Yuki nos miró por unos cortos segundos y asintió con lentitud, captando el mensaje. Se puso de pie y estiró sus brazos hacia arriba con gesto despreocupado.

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora