El último Fénix

26: Sentimientos comunicados

—¡Obito!

Me puse de rodillas, alistándome para ponerme de pie y correr hacia él, pero Sasuke me detuvo agarrando el cuello de mi traje.

—¡¿Qué piensas que haces?!

—¡Tengo que ayudarlo a volver a casa!

Sasuke me miró con confusión, y luego mostró una mueca de enojo.

—¿Te crees que es tiempo para tus bromas? —masculló.

Lo aparté de mí con un empujón brusco. Me soltó de inmediato y su expresión de enojo se intensificó.

—¡No es ninguna broma! —chillé, desesperada e igualmente enojada.

—¡Atentos! —gritó el Cuarto, corriendo hacia Obito, quién ya se había recuperado.

Había alcanzado una nueva forma. En una de sus manos sujetaba un báculo y esferas negras resguardaban su espalda.

—Al fin, sensei...

Obito bloqueó el ataque del Cuarto con el báculo, sin siquiera mirarlo. Aun con el sharingan, me costó ver lo que ocurría. Obito lanzó un golpe y al mismo tiempo el Cuarto desapareció con su Hiraishin. No había pasado ni un segundo más cuando el Cuarto reapareció frente a nosotros, con un brazo menos.

—Me dio, pero no pasa nada —aseguró el Cuarto.

—¿Estás seguro? —preguntó Obito, señalándolo.

En el lugar dónde había estado su brazo, había una esfera negra que comenzó a brillar. Alcancé a crear una barrera que nos rodeó a Sasuke, Naruto, Gamakichi y a mí. Entre toda la luz que la esfera despedía, divisé al Segundo, apareciéndose con su jutsu espacio-temporal. Tocó la esfera y luego se apareció al lado de Obito.

—Te la devuelvo.

El Segundo desapareció junto a la esfera y Obito. Al instante después, hubo una explosión a kilómetros de distancia.

—Tranquilos, solamente era un clon. Marqué su cuerpo la última vez que me tocó.

Deshice la barrera al mismo tiempo que volteaba. El Segundo estaba ahí.

No me agradaba mucho, pero me aliviaba que un ninja como él estuviese de nuestra parte.

—¡Genial! —sonrió Naruto— ¡Así que puedes copiar a mi papá, viejo con la cara del segundo Hokage!

El Segundo puso su típica cara de reprobación.

—Es el Cuarto quién me copia a mí —aclaró—. ¡Y llámame Segundo-sama!

Naruto lo miró con confusión, mientras que el Cuarto reía con nerviosismo, como disculpándose por el comportamiento de su hijo.

A lo lejos, la explosión que el Segundo había logrado alejar de nosotros levantó una nube de polvo que nos impidió ver si Obito había sido dañado o no.

Me sudaban las manos. Sentía que debía hacer algo por Obito, pero también tenía claro que era él nuestro enemigo.

¿Y qué puedo hacer por él? Si lo acabo de conocer. ¿Cómo podré llevarlo a casa?

Una gran bola negra salió de entre la nube de polvo. Flotó en el aire y se fue separando hasta dejar a Obito a la vista. Nuevamente, no tenía ni un solo rasguño. Había sido más rápido que el clon del Segundo.

—Alcanzó a protegerse —gruñó el Segundo—. No será nada fácil poder golpearlo.

—Lo sabía; no queda más opción que abrir una brecha con el Rasen Senko Chou Rinbuko Sanshiki.