22: Encuentros

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Arrastraba mis pies con pereza y pocos ánimos. Después de pelearme con Sasuke no había vuelto a hablar con él, lo que significaba que tampoco pasaba tiempo con él y por ende no podía beneficiarme de su sabiduría de cómo vivir de la naturaleza, así que había ido al pueblo más cercano a buscar algo para comer (no sin antes ponerme una capa de viaje para cubrir el emblema Uchiha en mi espalda y mi rostro), pero me había topado con la sorpresa de que no había nadie en el pueblo, es más, era notorio que hace días que no había nadie.

Me quedé de pie mirando el pueblo vacío. Me agaché y apoyé las manos en la tierra, tratando de sentir algo fuera de lo común. Al inicio no detecté nada, pero luego comencé a percibir una vibraciones constantes y violentas. El epicentro del movimiento parecía estar lejos, pues apenas era capaz de sentirlo. Me puse de pie y levanté una mano en el aire. Las vibraciones que llevaba el viento también se sentían fuera de lo común.

Algo está pasando.

Me apresuré a ir hacia la guarida, me faltaban unos metros para llegar cuando escuché una explosión gigante justamente desde la dirección de la cueva. Corrí nerviosa a ver qué demonios había ocurrido. Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi a Sasuke guardando su katana en su funda. Se había quitado las vendas de los ojos y ya tenía puesta su ropa de combate y no la de descanso.

—Me habías dicho que mis ojos tardarían un poco más en estar listos —dijo en cuanto me vio—, pero funcionan de maravilla.

—Creo que hice mal los cálculos —respondí sin inmutarme.

—Creo que me estabas mintiendo para ganar más tiempo.

Me encogí de hombros. —Nunca lo sabremos.

El corazón me empezó a latir con rapidez y me puse nerviosa. El momento que tanto temía y que me había esforzado por aplazar ya había llegado y no tenía ni idea de qué hacer.

Sus ojos estaban más decididos que antes y al parecer Sasuke ya los había puesto a prueba. Se sentía en el aire el olor a quemado y estaba más que segura de que él había sido el causante de la explosión recientemente escuchada. Sus nuevos ojos eran poderosos y Sasuke lo sabía. Sonreía de una manera tétrica que me trajo recuerdos horribles de él usando la marca maldita que Orochimaru le había puesto en los exámenes chunin.

—Voy a Konoha ahora mismo —dijo, comenzando a caminar.

—¿Tú solo?

—No. Contigo.

Tragué saliva sonoramente y me puse firme en mi lugar.

—¿Y cómo planeas llevarme en contra de mi voluntad?

El Susanoo de Sasuke creció alrededor de él y apuntó un arco hacia mi dirección. No tardé en manifestar mi Susanoo, sabiendo que estaba en desventaja.

Sasuke siempre había tenido un mejor control del poder visual del sharingan que yo, más en esos momentos que sus ojos estaban más avanzados que los míos, de todas formas, quedarme quieta sin hacer nada tampoco sonaba bien para mí.

Sasuke lanzó la flecha y me preparé para el impacto, mas nunca lo sentí pues la flecha pasó de largo. Por un segundo pensé que por alguna razón había fallado, pero luego escuché un grito de dolor a mi espalda.

—¿Vinieron a vengar al Zetsu Blanco original? —preguntó Sasuke, mirando a todos los sujetos que habían aparecido—. Hanako, no te metas si no quieres acabar herida.

Deshice mi Susanoo y retrocedí, viendo como un montón de Zetsus Blancos se lanzaban contra nosotros. El fuego negro del Susanoo de Sasuke los detuvo a todos. Empezó a llover con una fuerza impresionante e incluso así, el fuego de negro no mermó ni un poco.

El último FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora